Que los hombres somos animales de costumbres parece ser un dicho que se prueba de sobra durante estas festividades.
Tanto porque la cultura judeo-cristiana ha perpetuado una serie de prácticas que atañen a la fe de los creyentes (la novena, la misa de gallo); porque los hogares responden a la celebración navideña vistiéndose de rojo y verde, luces y pesebres; o dado el régimen de consumo que se implanta en estas fechas, que hace que centros comerciales y calles luzcan abarrotados hasta el minuto previo a la cena familiar (pavo).
Pero además de ello, están los contenidos culturales que la gente absorbe, año a año, ya por oferta especial, ya por demanda. Aquí una revisión de cuatro contenidos que anualmente hacen las navidades.
Los fantasmas vuelven a visitar al avaro Scrooge Llegadas estas fechas los ojos de los lectores del mundo se vuelven hacia la figura del inglés Charles Dickens, más aún en este 2012, año en el que se conmemoraron los 200 años de su natalicio.
Pero como si la lectura de sus libros se viera condicionada por las estaciones o los meses, los lectores dejan pasar títulos como ‘Grandes esperanzas’ e ‘Historia de dos ciudades’, o abandonan a personajes como Oliver Twist y David Copperfield, para revisitar, en compañía de los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras, al tacaño Ebenezer Scrooge, protagonista de la novela corta ‘Canción de Navidad’. Un libro, que además de contar con múltiples ediciones y versiones , también es vastamente conocido a través de sus adaptaciones al cine y a la escena.
Con ello se ha posicionado por sobre otros relatos propicios, en cuanto al tema, para estos días; textos que pueden mostrar otros estilos y recursos, más allá de la conversión de Scrooge a causa de su reencuentro con la felicidad, con su familia y con el pequeño Tim.
No hablo tampoco de los cuentos infantiles que llegadas las navidades se promocionan como la forma más cierta de recuperar nuestra inocencia; hablo más bien de textos que pueden desafiar al lector, como los cuentos de Navidad de Guy de Maupassant, de Ray Bradbury o Vladimir Nabokov. También los de Truman Capote (‘Un recuerdo navideño’), F. S. Fitzgerald (‘El deseo de Navidad de Pat Hobby’), Paul Auster (‘El cuento de Navidad de Auggie Wren’) o Nicolás Gogol (‘Nochebuena’), relatos con otro tono, abiertos a la ironía, despojados de cliché, relatos que si no se los lee en diciembre, pueden ser abiertos y degustados durante todo el año.
Ratones que batallan y una danza que se repite En la literatura también apareció el origen de una obra dancística que Navidad tras Navidad se monta en los principales escenarios del mundo: ‘El cascanueces’. La pieza de ballet, en dos actos y tres escenas, compuesta por Piotr Ilich Tchaikovski, está basada en el cuento El cascanueces y el rey de los ratones, de E.T.A. Hoffman.
Si bien existen otras versiones, la mayoría de coreografías que se interpretan hasta estos días conserva los pasos y movimientos impuestos por el maestro bailarín Marius Petipa, quien la pensó para el estreno de este cuento de hadas-ballet, en 1892. Son incalculables las representaciones que se han realizado desde ese año; más aún tomando en cuenta que esta pieza también ha saltado a las pistas de hielo y a la pantalla. En el país esta obra ha sido representada siete años consecutivos por el Ballet Nacional del Ecuador, cuya más reciente temporada con este clásico se dio el 17, 18 y 19 de diciembre pasados.
Si bien otras obras, especialmente en formato de representación teatral o de musical, han llegado a las tablas del país durante esta temporada (la adaptación de El Grinch, hecha por Jaime Tamariz, en Guayaquil; o ‘Jack, el musical’, interpretado por el elenco de la Universidad San Francisco de Quito), ‘El cascanueces’ dejó de ser un montaje esporádico, para convertirse en un acto más, dentro de las festividades navideñas, aunque su propuesta sea la misma y nada vaya a cambiar en ella.
Kevin está solo en casa, por siempre y para siempre Existe -y no es novedad- una cantidad espeluznante de películas con temática navideña o con historias fijadas en estas fechas; pero la TV, tanto en su programación nacional, como en la pautada por cable, parece no saber de ella (claro, asuntos de derechos de comercialización de contenidos, incluidos).
Desde clásicos como ‘Milagro en la calle 34’ o ‘It’s a wonderful life’ (de Frank Capra); pasando por filmes de ciencia ficción tipo ‘Gremlins’ o animaciones en la onda de ‘The Nightmare Before Christmas’; hasta lecciones familiares como ‘The Family Man’ o comedias románticas como ‘The Holiday’, se cuentan dentro de ‘rankings’ y listados en la Web.
Pero por acá los títulos se repiten, un año y otro más, y de entre todos el ganador es ‘Home Alone’ (’Mi pobre angelito’), seguido por algunas de sus secuelas. En los años recientes, mientras Macaulay Culkin pasaba amargos momentos lidiando con su vida adulta, el espectador ecuatoriano (y seguramente de otros países, no somos los únicos benditos por está ‘peli’) continuaba viéndolo hacer travesuras frente a Joe Pesci y Daniel Stern.
Sí , Kevin seguramente ha arrancado risas y sonrisas a generaciones, a tal punto que su inocencia y picardía han creado vínculos emocionales con los espectadores; vínculos que no se han dado con las ‘recientes’ incorporaciones de filmes a la grilla de TV para este feriado navideño. Pero, ¿por cuánto tiempo más tenemos que verlo correr por su casa, en espera de que sus padres regresen y pasen la Navidad con él? Centenas de voces cantan con velitas encendidas Que exista El tamborilero, Dulce Jesús mío, Jingle Bells, Merry Christmas y otros villancicos navideños se lo debemos a la tradición musical. También a ella debemos la existencia de coros, que en la noches decembrinas, sueltan sus voces para acentuar la atmósfera.
Lo que acaso no se le debe a la tradición musical es un único repertorio, que hace que un tono conduzca al hartazgo, y la repetición de motivos, sobre todo en el vestuario o la presentación de los coros: gorritos rojos con borlas blancas, velas encendidas, túnicas brillosas; ¿es que no hay otra forma de que esas bellas voces puedan cantarle a la Navidad? ‘Mi pobre angelito’. Desde que apareció en el cine en 1990, y tras su salto a la televisión nacional, esta escena con el actor Macaulay Culkin es parte del imaginario de la Navidad.
La reivindicación de Scrooge. ‘Canción de Navidad’, novela corta de Charles Dickens, es el libro al que más referencia se hace durante estas festividades.
Ballet ‘El cascanueces’. Desde que llegó a escenarios en 1892, esta pieza dancística, basada en la literatura, se pone en escena año a año, de diciembre en diciembre.
La estética de los coros. Voces infantiles, adolescentes y adultas, masculinas y femeninas, se acompañan de trajes de colores especiales y símbolos como el fuego.