A partir de hoy, y por tres días consecutivos, más de 40 niños dejan de un lado sus juguetes y se vuelcan hacia las tablas del Teatro Nacional Sucre. Allí, ante los ojos de cientos de espectadores de todas las edades, expondrán los abusos perpetrados en contra de los infantes encerrados en el Campo de Concentración de Terezin.
Se trata de la puesta en escena de la ópera infantil ‘Brundibar’, escrita durante la época de guerra por el compositor checo-judío Hans Krása. No es la primera vez que la obra es presentada en el país, pues en Quito la montó el Conservatorio Franz Liszt en 1999, y en el 2003 el Municipio de Guayaquil y los Niños Cantores de Mendoza (Argentina) la realizaron en el Puerto Principal. Pero sí es, en cambio, la co-producción que ha reunido el talento de tres instituciones de renombre de Quito: la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, la Fundación Teatro Nacional Sucre y el Conservatorio Franz Liszt.
Para su director escénico, el italiano Filippo Tadolini, ‘Brundibar’ es un ejemplo de cómo la música académica es accesible a todos. “La música no debe ser ajena a los más pequeños pues ella fue creada para público de todas las edades”, comenta.
‘Brundibar’ no es la primera obra que ha formado parte de la oferta local de música académica para niños en lo que va del año. Espacios como el Teatro Sucre, la Casa de la Música y la Casa de la Cultura Ecuatoriana, por mencionar algunos, se han adentrado en este mundo de composiciones para “jóvenes melómanos”, como señala el profesor de canto Fernando Paredes. Para él, este interés por ese público por parte de las instituciones culturales se debe a que los asistentes habituales a los conciertos de música académica “están alcanzando los 70 años de edad y eso pone en peligro la continuidad de este tipo de espectáculos en el país”.
¿Pero cómo motivar a que los niños frecuenten estos espacios musicales? María Clara Crespo de Correa, presidenta de la Fundación Filarmónica Casa de la Música, apunta hacia la enseñanza lúdica, en especial una semejante a la del método Suzuki (en el que la habilidad musical es una destreza a ser entrenada). “Para comenzar a los niños no se les debe imponer el rígido estudio de partituras sino que aprendan de cerca qué es lo que el instrumento ofrece al intérprete, cómo suena, cuáles han sido reconocidos compositores. Debe ser algo tan natural como el habla”.
Algo parecido reseña el músico Terry Pazmiño, quien lidera el proyecto Conciertos Didácticos de la Casa de la Cultura. “Al público infantil le interesa las formas de los instrumentos, sus sonidos, lo que se puede hacer con ellos”, comenta. Una de las técnicas que considera exitosa para fomentar la música en los niños es la que incluye los conocimientos de historia: “recorrer el museo Pedro Pablo Traversari de la CCE (compuesto por piezas musicales de las diversas culturas que habitaron la región) asombra a los más pequeños pues solo hasta ese momento son conscientes de la tradición musical en el país”.
La psicóloga María Augusta Torres, especializada en musicoterapia, cree que la música académica es más que una herramienta en la formación del infante. A su criterio, la difusión de esta expresión artística es “un pilar para el futuro pensamiento crítico”.
La oferta musical
La Fundación Teatro Nacional Sucre, el Conservatorio Franz Liszt y la Orquesta Sinfónica Nacional presentan desde hoy, y hasta el viernes la ópera ‘Brundibar’ en el Teatro Sucre.Las funciones gratuitas serán a las 10:00, mientras que para el público en general serán a las 19:30. Las entradas oscilan entre los USD 5 y 15.
La Casa de la Cultura Ecuatoriana también forma parte del circuito de música para niños y jóvenes. Su propuesta se llama Conciertos Didácticos; las presentaciones abarcan géneros ecuatorianos como el pasillo. Su próxima presentación será en la primera semana de octubre.