El mundo prehispánico fue fantástico

Karen Stothert

Karen Stothert

Yo me llamo Karen Stothert. Obtuve un PhD en Antropología por la Universidad de Yale (1974). Desde hace 40 años estudia las culturas prehispánicas del Ecuador. Fueron grandiosas y nos tienen mucho que decir.

Mi tarea más reciente fue colaborar con el equipo que edificó el nuevo museo la Casa del Alabado, el cual es “la última joya de la corona en Quito”.

Hace cinco años, la casa estaba en escombros y se fue levantando de a poco. Ahora, los visitantes pueden conocer, de primera mano, las contribuciones artísticas, filosóficas y espirituales de 15 estilos de expresión de varias culturas: Carchi, Panzaleo, Chorrera, Napo, Valdivia, Jama Coaque, La Tolita.Todos los años he venido a Ecuador por temporadas de cuatro a seis meses. He sido profesora de Arqueología en la Universidad de San Antonio, Texas, y ahora realizo investigaciones científicas a tiempo completo.

Mi reciente proyecto se centra en estas culturas: Manteña, Huancavilca, y la precerámica Las Vegas, de los Amantes de Sumpa, cuya edad es asombrosa, vivieron hace 11000 años hasta 6700 años (un ciclo).

Quiero entregar al pueblo ecuatoriano el conocimiento de los logros de sus antepasados.

Ustedes deben sentirse orgullosos de este legado.

Tengo la impresión de que en otros países lo valoran más. En lo que hoy es Ecuador, por ejemplo, hallamos la evidencia más antigua del cultivo del zapallo, una planta domesticada en Santa Elena (el sitio de los Amantes de Sumpa). Es decir, hace 9500 años ya cultivaban zapallo.

Cada vez que disfruto una sopa de zapallo, recuerdo que se originó aquí, pues los ancestros domesticaron una planta silvestre y amarga hasta convertirla en alimento que perdura hoy.

También conocemos que el ají se cultivó en esa zona de la Costa. Admiro mucho a las culturas Valdivia, Chorrera, Jama Coaque. Sus contribuciones a la cultura americana son grandes.

Fueron los primeros agricultores. Veo creatividad y diferencias en cada región. Valdivia es mucho más antigua que la Inca.

Hace 4 600, los valdivianos (En Manabí y Santa Elena) inventaron la cerámica. Amo profundamente a Valdivia, porque al elaborar la cerámica encontraron un medio para expresar su espiritualidad, su filosofía y creatividad. Primero en vasijas, luego en figurillas asexuadas, después en cerámica -las conocidas Venus. Puedo decir que estas figuras de seres humanos son las primeras que se hicieron en lo que hoy es América.

La tradición de hacer figurillas con motivos religiosos y sociales nació en Ecuador.

En la Casa del Alabado, el público puede vivir una experiencia estética muy bella.

Nuestros artistas antiguos hicieron objetos tan hermosos que tienen vigencia hasta hoy. Usaron colores; por ejemplo, el rojo, símbolo de la fertilidad y del poder femenino. Mi esperanza reside en capacitar a los profesores de todo el país para que ellos inculquen en los niños el conocimiento de las maravillosas culturas prehispánicas. La Casa del Alabado es un espacio vital.

En el museo, la gente admirará otros tonos como el negro, crema, blanco, azul, verde, amarillo, tales colores han resistido miles de años.

Algunos colores nacieron de pigmentos minerales o vegetales. Otros, fijados antes de la cocción de las piezas, se obtenían de tierras y minerales.

Uso una frase ecuatoriana: debemos sacar pecho de nuestra herencia indígena.

Muchas culturas, hace 2000 años, trabajaron el oro, como La Tolita. Los cañaris fueron expertos en el uso del bronce.

Nuestras culturas emplearon los materiales nobles.

Primero la piedra, un material casi inmortal, lleno de fuerza cósmica; luego la cerámica, un material sintético, cambiado por la mano del hombre.

La cerámica no existe en la naturaleza. Valdivia descubrió la tecnología, eran científicos natos. Sintético significa la conversión de un material transformado químicamente, a nivel molecular, para que adquiera nuevas propiedades.

La cerámica es tierra, arcilla. Pero al transformarse por el calor, la cocción, una pieza se convierte en cerámica para siempre. La cerámica no se derrite. Tiene propiedades espirituales. Aquellos artistas eran inspirados por los espíritus. Pulían la superficie o fijaban incisiones. Basándonos en la etnografía conocemos que en Valdivia hubo muchos rituales y ceremonias. Bebían chicha y entraban en trance para conectarse con los espíritus. Ellos tenían tres mundos: celestial, el del medio y el inframundo. La esencia es la energía conectada en estos tres mundos. Esta maravilla se ve en el museo. BRV.

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