La mirada de Wenders sobre el legado de Pina Bausch

Desde la amistad y la admiración, el cineasta alemán Wim Wenders levantó su documental sobre su compatriota bailarina Pina Bausch. La esencia de la maestra de la danza teatro se construye en la cinta mediante la especial conjunción de fotografía y música, de cuerpos en movimientos, recuerdos, pensamientos, reflexiones, deseos.

Existen también, en el discurso armado por Wenders, breves registros documentales que muestran a Pina en sus espacios de trabajo, en la dimensión de sus ideas, en la intensidad de sus interpretaciones sobre escena. Esas tomas están en pantalla, por ejemplo, para demostrar que no podrá haber alguien, con tanto dolor, tanta fuerza y tanta soledad, como Pina Bausch en ‘Café Müller’.

En el documental, Pina baila, ríe, enseña... Lo que más destaca Wenders de ella es su calidad de maestra; lo hace con el énfasis puesto sobre esas frases dichas por Pina y que se grabaron en la mente de sus compañeros y sus aprendices. En su palabra prima el consejo antes que la aprobación, un consejo que se planta en quien escucha, como una interrogante y una invitación para seguir en la búsqueda de la manera propia de expresar las sensaciones.

La cámara de Wenders es inteligente para captar los movimientos de la danza, así como para relacionar la esencia íntima de los bailarines con los espacios externos y los ritmos de la vida moderna; y para crear un retrato de Bausch en ausencia.

Cabe el humor y la maravilla, golpea el terror, la desesperación, el desgarro.. pero ante todo, quedan las palabras de la maestra resonando tras el la proyección del filme: “Baila, baila, si no estamos perdidos”.

La cinta se mostró ayer martes en la Compañía Nacional de Danza como parte del ciclo Mirar la danza, que continuará el martes 14, con ‘La Percepción del Espectador’.

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