Según sesudos estudios, los ecuatorianos nos identificamos con un branding muy enraizado en nuestro imaginario –el ‘top of mind’ lo llaman– que nos tiene embobados paseando frente a las vitrinas de los ‘malls’, o tuneando nuestra parafernalia diaria con logotipos que no sabemos ni lo que significan, como los personajes de la recientemente estrenada ‘A tus espaldas’. ¿Qué tiene que ver esto con cómo mismo nos vemos?
Muy pocas marcas o campañas comerciales hacen uso de nuestros símbolos. Se dirá que como conglomerado somos tan diversos que los valores de un grupo nada tienen que ver con los de otro. Pero eso no tiene mucho de cierto, pues sin ir más lejos en los vecinos Perú o Colombia hay muchos íconos que son arraigados en todos los estratos sociales. Aquí, a casi todos nos gusta el ají, o el plátano; o la imagen del Cotopaxi, o de algún paisaje en Galápagos aunque nunca hayamos estado allí. De La Selección ni hablemos. Y sin embargo sorprende, por excepcional, ver un rostro no blanco como la imagen de una campaña comercial, o encontrar el nombre de un servicio o producto que no se exprese en lengua foránea.
Al ver en YouTube al ícono Delfín Quishpe –quien estando fuera del circuito estándar casi triplica en hits al ¿más? popular cantante/compositor ecuatoriano actual– se aprecia una virulencia tal en los comentarios negativos que genera, que se justificaría una tesis seria de psicología de masas. ¿Por qué más de la mitad de los millones que se dan el tiempo de ver sus videos se pronuncian de una manera perniciosa sobre una realidad cultural y simbólica incuestionable?¿Con qué quiere el ecuatoriano promedio que lo identifiquen los ciudadanos del mundo? Esta vergüenza ajena es un síntoma urticante que expone el alto grado de alienación en que vivimos. Aceptarse es una de las claves de una identidad madura, hablando no como sujetos sino como país. Es triste lo mucho que afecta, en detrimento de nuestra idea de quienes somos, la manipulación de nuestras supuestas aspiraciones que hacen los publicistas que nos han tocado.