Después del brillo y la decadencia del Mariano Aguilera, certamen de artes visuales con larga historia en el país, llegó el proceso de su reestructuración. Con una exposición retrospectiva de por medio y el trabajo de varias personas, de distintas edades y orígenes, vinculadas al mundo del arte en el país, el Mariano revivió.
Tras esta reorganización se decidió dividir el premio en dos. El primero, el Premio Mariano Aguilera a la Trayectoria artística, que esta vez correspondió al cuencano Pablo Cardoso. El segundo, el Premio Nuevo Mariano, que otorga 10 becas de USD 10 000 cada una y un programa de seguimiento y asesoría a los ganadores en cinco categorías: Creación artística, Investigación, Curaduría, Nuevas pedagogías del arte, y Publicaciones.
En esta primera entrega se declaró desierta la categoría de Curaduría. Siete premios fueron entregados en Creación artística, uno en Nuevas pedagogías, uno en Publicaciones y uno en Investigación. Los premiados provienen de Quito y Guayaquil, en su mayoría, y tienen entre 24 y 38 años. Enseguida presentamos los proyectos premiados con dos datos: la sinopsis de la propuesta y un resumen de la valoración del jurado, compuesto por los curadores españoles Nekane Aramburu y Javier Duero, y la curadora ecuatoriana Manuela Moscoso.
En la sustentación del premio ellos apuntaron que la reestructuración está acorde con la creación contemporánea actual, no solo afín a un contexto social, sino a tendencias internacionales y que garantizará el fomento de las artes visuales en el país. También valoraron la instauración de rigurosidad y transparencia.
De las propuestas presentadas a concurso, el jurado destacó la participación de artistas, activistas, educadores e investigadores; una posición comprometida de los artistas en un momento de intenso cambio en el país; lo transdisciplinario, la inserción en corrientes internacionales, el rigor procesual, la profesionalización del sector y la igualdad de género.
Mientras que cuatro criterios guiaron a este jurado en la selección de los proyectos: 1) Concepto y estética; 2) Producción y gestión desde la eficacia, responsabilidad y sostenibilidad; 3) Ética y compromiso; y 4) Devolución a la sociedad civil. La pertinencia de los últimos dos puntos se presta para el debate, tomando en cuenta que salvo excepciones, los proyectos apuntan hacia la inclusión social, participación ciudadana, memoria histórica y política.
Cuestionada sobre los parámetros para calificar el compromiso y la devolución a la sociedad civil, Manuela Moscoso esbozó una breve respuesta: “La discusión de prácticas sociales ha sido un tema muy importante en los últimos 20 años en el arte contemporáneo”. Sobre las becas especificó: “Muchos de los proyectos investigan desde las artes visuales temas de biopolítica, inclusión social, discapacidad o política. Creo que la respuesta está en algunos de los proyectos que tienen un carácter social incuestionable”.
Con ello y con la presentación de las propuestas, abrimos las preguntas: ¿cómo se puede evaluar, para un premio de arte, la ética y el compromiso de un artista? Y ¿el artista debe, con su obra, devolver algo a la sociedad civil? Cuatro especialistas nos responden ahora. Y mañana a las 12:00, tendremos un debate vía tuitcam, en @elcomerciocom, con la participación de Lenin Oña y Mónica Vorbeck; entonces esperamos sus preguntas y aportes.
Puntos de vista
Hernán Rodríguez Castelo. Historiador del arte
‘La obra tiene que hablar por sí misma’
La obra de arte tiene que hablar por sí misma; buscar en ella el compromiso del artista huele a la aberración del realismo social, muy afín al actual Gobierno. Toda obra de arte devuelve a la sociedad lo que la sociedad puede esperar de la obra de arte, no se le puede pedir lo que a un político. La obra tiene muchas lecturas, toda obra es polisémica, solo los carteles son los que quieren imponer un mensaje. La gran obra de arte tiene una gran cantidad de sentidos y se ilumina más con diversas lecturas.
Pilar Estrada. Curadora
‘Búsqueda, dedicación y coherencia’
La ética y el compromiso del artista se llega a conocer a través de la coherencia y dedicación en las búsquedas de la obra. Cuando se encuentra un artista que reformula su trabajo según el evento o los intereses comerciales del momento, no hay una búsqueda comprometida en su obra sino oportunismo. Por el contrario, una obra comprometida es aquella que se puede descubrir líneas conceptuales, cuestionamientos que parten de experimentos y derivaciones de sí misma.
Ileana Viteri. Galerista
‘El verdadero arte es transformador’
Creo que el verdadero arte es transformador de la conciencia. Pero parte de la maravilla de esa transformación es que no tiene por qué articularse exclusivamente a través de un discurso. Todo lo contrario. El artista cumple con una función social fundamental a través de su trabajo pero no creo que esa función se deba entender como una militancia política explícita. Hacerlo, es convertir la creación en ideología que es distinta del pensamiento o la filosofía.
Patricio Palomeque. Artista
‘No debería ser un estándar ampliado’
Es complejo, hay artistas donde la parte de la ética y el compromiso se puede medir de mejor forma, pero no debería ser un estándar ampliado. Es muy debatible y difícil de juzgar. En algunos casos es su fuente: la obra de Cardoso tiene mucho que ver con militancia, ética y una responsabilidad rigurosa. La devolución a la sociedad civil la entiendo en ganar un premio dentro de una estructura institucional y deba beneficiar al gran público; no todas las obras tienen esa capacidad.