Un bus de la línea Registro Civil-El Dorado fue el carruaje que llevó ayer a Paola y a su papá, Patricio López, hasta el ingreso del parque Itchimbía. Vestida como una princesa de cuento, Paola subía presurosa las gradas para llegar hasta el Palacio de Cristal, a la V Maratón del Cuento, Quito una ciudad que lee. La niña de 7 años asistía por segunda vez a esta cita. El objetivo de este año era, además de escuchar la lectura de los cuentos, comprar una colección de libros de poemas infantiles. En el Palacio de Cristal, 12 estands de diferentes editoriales ofrecían una amplia variedad de textos para infantes. Mientras que siete colegios exponían en sus puestos los trabajos de escritura y arte que han realizado sus alumnos. López se detuvo en uno de esos puestos para mirar los libros, pero su hija lo haló para ir hasta la sala de lectura. En ese sitio, más de 100 sillas de plástico recibían a quienes iban a escuchar los cuentos y poemas. Ahí también se encontraba Vladimir Vallejo. El padre de familia escuchaba muy atento el relato de las historias del escritor ecuatoriano Henry Bax. Junto a Vallejo se encontraba su hijo Ariel, de 10 años. El estudiante de la Escuela Sucre insistió a su padre para que lo llevara a la maratón. La familia llegó desde el valle de Los Chillos.Vallejo cree que estas iniciativas son importantes para mejorar los niveles de lectura en los pequeños. Mientras Ariel, Paola y decenas de niños más miraban atentos el escenario, Soledad Córdoba recitaba sus poemas a los infantes. Vestida con un sombrero y un traje azul de cuadros, Córdoba trataba de sembrar el gusto por la lectura en los niños. Para ella, la forma en la que se leen los cuentos es fundamental para conquistar a los infantes. En eso coincide López. Él lee a su hija desde que ella nació.