Con la precisión de una gubia, Antonio Tobar utiliza una motosierra, de seis caballos de fuerza, para dar forma a un tronco de madera de dos por seis metros. La cara del artesano hace gestos de esfuerzo a medida que sus brazos, que sujetan la pesada herramienta, dibujan formas sobre la troza.
A medida que acelera la imagen del dios Zeus va tomando forma. Por momentos, el artesano se detiene para estudiar el patrón del diseño dibujado a lápiz sobre un papel. Tobar es uno de los 12 escultores, que desde el 2 de marzo, participan en el Segundo simposio internacional de escultura con motosierra, que se desarrolla en San Antonio de Ibarra, en Imbabura. Junto a él participan los alemanes Huber King y Klauss Shataiger y la suiza Carole Levi.
Con la libertad de elegir el tema trabajarán hasta mañana, que termina el encuentro artístico y habrá un concurso de escultura a velocidad, en el que los escultores demostrarán quien puede elaborar una figura en menos tiempo.
El escultor Ricardo Villacís explica que la escultura con motosierra nació en Canadá, gracias a los leñadores; él junto a los directivos de la Junta Parroquial de San Antonio y artistas de Imbabura organizaron, por segundo año consecutivo, este evento.
Esta vez la competencia es más exigente, explica mientras rugen los motores, en el parque Heliodoro Ayala. Unos usan motosierras grandes de hasta 12 caballos de fuerza, mientras que otros refieren las de tres y cuatro.