Segundo Moreno Yánez.
Es doctor en Antropología por la Universidad de Bonn (Alemania); ejerce la docencia en la Universidad Católica y en la Flacso.
Preside el Comité Permanente del Congreso Internacional de Americanistas; en 130 años es el primer latinoamericano en el cargo.
Con ‘Humboldt y la emancipación de Hispanoamérica’ se cierra un ciclo de alrededor de dos años de recordar la influencia del sabio alemán en lo que hoy se conoce como Latinoamérica. La publicación, a cargo de Segundo Moreno Yánez, en calidad de compilador y autor, funciona como un retrovisor, pues se convierte en un pretexto para que la región y el Ecuador se vean en el espejo hoy, mirando, con detenimiento y curiosidad, hacia su pasado.
La intención de los cinco estudios históricos que conforman el libro es aportar, según cuenta Moreno, a la difusión y comprensión de una faceta poco conocida de Alexander von Humboldt: la de sus preocupaciones humanistas. Así, por ejemplo, se puede ver al crítico feroz del colonialismo que fue; esto solamente consta en sus diarios personales, que no fueron publicados sino hasta la década de los ochenta del siglo pasado.
“Sin importar quién lo ejercía, Humboldt condenaba todo colonialismo, y lo más importante es que también lo hizo con el colonialismo interno, el que se ha dado en nuestros países, especialmente expresado en el trato a los indígenas y entre las capitales y las zonas rurales”, dice Moreno.
En el libro, editado por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, estudios como el de JoséÁngel Rodríguez sobre la presencia de Humboldt en Caracas o el de Ulrike Leitner en referencia a su paso por Nueva España (México) plantean la duda respecto a si hubo o no una verdadera influencia de Humboldt en los procesos independentistas de dichas sociedades. Por su parte, tanto en su estudio (‘El círculo quiteño de Humboldt y Bonpland: origen, actividades y destino a partir de 1802’) como en esta conversación, Moreno también es cauto en aseveraciones que puedan llevar a la conclusión de que el alemán haya tenido alguna participación directa en las revoluciones hispanoamericanas; aunque cree que debió influenciar de alguna manera con su pensamiento ilustrado y su defensa de las libertades. El compilador también aclara que no era un revolucionario sino un reformista.
Como reitera en varias ocasiones Rodríguez, hay historiadores que son afectos a ver en Alexander von Humboldt una especie de padrino de la Independencia, cuando no hay documentos que puedan probarlo.
“En el círculo quiteño de Humboldt estuvieron los que serían luego los patriotas, pero también los realistas; sin embargo, a los segundos les tocó adaptarse y cambiar, porque no regresarían a España. Así que una vez consumada la República muchos fueron funcionarios e incluso ministros”.
Por la poca correspondencia que se ha encontrado de la población quiteña de esos años -no era práctica común escribir cartas ni llevar diarios-, Moreno explica que no se pueda saber más de las relaciones que un Humboldt cauto y reservado (estaba en el continente con permiso del rey de España) entabló con una sociedad muy dada a guardarse lo que pensaba, por temor al castigo que podía ejercer la Corona.
La mirada de la época desde la complejidad de los hechos y las relaciones es quizá uno de los aportes más valiosos de este libro, que no pone nada en blanco y negro, ni entiende los acontecimientos desde buenos y malos, sino que ayuda a comprender.