Marco González.
El escritor y crítico español Jorge Carrión (Tarragona, 1976), opina que las librerías no van a desaparecer en corto o mediano plazo. Digo yo, tampoco han dejado de aparecer, esto es palpable si pensamos en la cantidad de librerías independientes que han surgido durante los últimos años en nuestras ciudades latinoamericanas. Menos mal para quienes vivimos, habitamos y llevamos proyectos libreros. El apocalipsis que pronosticaban los impulsadores del libro electrónico no se ha dado, tal vez nuestra generación no lo vea.
En su ensayo ‘Librerías’ (Anagrama), Carrión se sumerge en el significado de estos espacios en el imaginario colectivo, su papel en la historia de la humanidad, las ideas y las letras. Las librerías como un fenómeno, como un hecho concreto y como lugar donde ocurren hechos culturales determinantes. A través de una cronología personal, con base en un archivo, que dice haber coleccionado de forma inconsciente, conocemos de la mano de Carrión la mutante historia de las librerías, los libros y los libreros que las constituyen o las constituyeron: la Strand de Nueva York, las parisinas Shakespeare and Company y La Hune, la Librairie des Colonnes de Tánger, Bertrand y Ler Devagar en Lisboa, Stanfords en Londres, El Virrey en Lima, Lello en Oporto, La Central y Laie en Barcelona, la Librería de Ávila y Eterna Cadencia de Buenos Aires, Antonio Machado en Madrid, City Lights y Green Apple Books en San Francisco, las librerías del Fondo de Cultura Económica en Ciudad de México o Bogotá. Visitar una ciudad y no inspeccionar sus librerías emblemáticas es como cometer un acto herético, dice el autor.