De la cabeza a los pies parece un ‘dandi’ sacado de películas como ‘Érase una vez en América’ o ‘Los intocables’. Lleva el mismo traje elegante (o uno parecido) y el sombrero con el cual aparece en la carátula de su libro ‘Retratos y encuentros’, que incluye su famosa ‘Frank Sinatra está resfriado’. Esta crónica fue proclamada en el 2003 como “la mejor historia jamás publicada en Esquire”, la revista estadounidense con una gran tradición literaria.
El escritor y periodista estadounidense Gay Talese (Ocean City, Nueva Jersey, 1932), el invitado estrella de la XXV Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), es más que un libro abierto de experiencias y anécdotas salpicadas de buen humor y una fuente de inspiración. Y lo es desde que en los años sesenta irrumpiera en el periodismo para revolucionar sus esquemas y modificar para siempre las formas de elaborar un reportaje. A sus 80 años y con una memoria envidiable, el padre y ‘gurú’ del periodismo narrativo o literario cautiva a lo largo de su participación en el conversatorio ‘Vida de un escritor’, que es parte del ciclo ‘Conversaciones que le cambiarán la vida’, uno de los segmentos de la Filbo 2012.
¿Y cuáles son las claves que emplea en el oficio el maestro del Nuevo Periodismo? En especial, anota, la curiosidad resulta fundamental para ser un buen escritor. A él, esta le llegó por varias vías. Y ayudó en particular su condición de hijo de un sastre italiano, que emigró y se afincó en un poblado pequeño del este de EE.UU. “Yo nací con curiosidad. Eso se debe a que era y me sentía extranjero en un país distinto al de mis padres. Siendo extranjero, irremediablemente, se es más curioso (…) Si usted no se siente plenamente en casa, eso es perfecto para las letras y el periodismo”.
A la curiosidad, Talese añade otra clave: la observación, que él traduce como la capacidad de sorprenderse o interesarse por todo lo que ocurre a su alrededor. Y recuerda que el taller de su padre, en el primer piso de la pequeña casa de dos plantas que ocupaba la familia, fue una suerte de banco de pruebas para calibrar y mejorar sus métodos de observación. “El taller era una fábrica de historias y de personajes. Como futuro escritor, yo pude ver los personajes de mis historias”, resume al recordar, por ejemplo, que al sitio llegaban las esposas de los potentados de la localidad, quienes tenían una forma particular de ver la vida, precisamente en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Una tercera clave, que va en contravía con la modernidad, se refiere a la necesidad de dejar de lado las grabadoras y teléfonos celulares a la hora de elaborar una historia. “La tecnología quita sentimiento y el periodista tiene que pensar como un artista”.
Ninguna de las tres fórmulas anteriores funcionaría, enfatiza, si no se captan escenas por más triviales que estas pudieran parecer. “Esta es la forma adecuada de reportear para alimentar un artículo”. Él, por ejemplo, lo hace en tarjetas que elabora, desde que se inició en el oficio, de las cartulinas que vienen en las camisas. Talese ha sabido reinventar la realidad a través de la no ficción.
En el conversatorio, el autor de ‘Retratos y encuentros’ también desmenuza las particularidades de ‘Frank Sinatra está resfriado’. ¿Qué hace que este texto sea especial? “Yo no hablé con Sinatra, pero sí con sus subalternos y con personas del servicio y sus ‘noviecitas’”. Y agrega: “Empecé a escuchar sus pequeñas historias sobre Sinatra. Al final, las uní todas como si fuera un collage”.
También estuvo cara a cara con los Bonanno, uno de los clanes más poderosos de la mafia siciliana en EE.UU. La historia nació de la noticia sobre un crimen que se imputaba a esa familia. Al final, en 1971, tras cerca de seis años, salió a la luz el libro ‘Honrarás a tu padre’, una radiografía de la mafia italiana, que desnuda los secretos y las luchas de poder de las grandes estructuras del crimen organizado en Estados Unidos.
HOJA DE VIDA
Gay Talese
Nació en Ocean City (EE.UU.), el 7 de febrero de 1932 . A principios de la década del sesenta escribió para el diario The New York Times, al que llegó primero para ocupar una plaza de mensajero y ayudante de la copiadora.
Tuvo que firmar 250 libros en su presentación en la Feria del Libro de Bogotá; fueron a verlo 800 personas.