En Estocolmo, el castellano ha estado presente, mediante sus escritores reconocidos con el Premio Nobel de Literatura, en 11 ocasiones. Seis de esos autores han sido latinoamericanos. El más reciente, Mario Vargas Llosa, recibe hoy el galardón .
Al discurso que lee la Academia Sueca para presentar al literato ganador se suman dos de los premiados. Uno corresponde a una conferencia y otro al banquete de recepción.
De los latinoamericanos, únicamente la chilena Gabriela Mistral, Nobel 1945, leyó un solo discurso, el del banquete. En él, con la sencillez que caracterizó a la poeta y maestra de escuela, ella se proclama “por un golpe de suerte inmerecida” como la voz directa de los poetas de su raza, se presenta como “hija de la democracia chilena”, menciona a España y dice que Suecia se ha vuelto hacia un lejano país de América Latina.
La región, su historia, la identidad de sus habitantes y sus problemáticas políticas han sido, ya mayormente, expuestos en las intervenciones de los demás autores premiados.
Así, quien siguió en turno a la autora chilena, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias presentó en 1967, ‘La novela latinoamericana. Testimonio de una época’. Es un recorrido desde sus orígenes milenarios , cuando los textos eran cantos orales sobre la belleza. Cantos que luego serían sobre la miseria.
Dice Asturias que “entre los americanos la historia tenía más de novela que de historia”, pues en los relatos, la realidad quedaba abolida al tornarse fantasía. Menciona el mestizaje desde la fusión de las sangres, unidas en la demanda de vida y justicia. Tras soltar nombres de otros autores (entre ellos Jorge Icaza), el guatemalteco define a la auténtica novela americana como el reclamo de todas la reivindicaciones de las masas humanas.
El lenguaje colorido de los latinoamericanos -según Asturias- se debe a la geografía del continente. La geografía, precisamente, es el eje del discurso de Pablo Neruda, Nobel 1971. En ‘Hacia la espléndida ciudad’, Neruda recuerda una travesía por el sur de Chile, los Andes, la salvaje desolación. Desde ahí habla de la poesía, entendida como la comunicación que auna sentimiento y acción, para entenderse con los ignorados.
Entonces, el poeta inserta su visión política y dice que comprendió su misión humana agregándose a la extensa fuerza del pueblo organizado. “Mis deberes de poeta no solo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría(…) sino también con las ásperas tareas humanas…”. El título de su conferencia toma un verso de Rimbaud, para señalar que el objetivo de la poesía es la luz, la dignidad y la justicia.
En 1982, el colombiano Gabriel García Márquez dio lectura a ‘La soledad de América latina’. Volviendo a los cronistas de Indias -dice- se halla el germen de la novela. Inicia así un anecdotario real y mágico de la región, con Eldorado y el ex presidente ecuatoriano García Moreno. Tras dar cuenta de ese universo, se enfoca en la realidad social del continente, sus guerras y golpes de estado y los desaparecidos: “Hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor ha sido (…) hacer creíble nuestra vida”.
Con ello plantea una reflexión para comprender al latinoamericano con su historia y a la vez para que América se abra a la justicia social de los países de avanzada. Un fragmento del discurso fue retomado en una canción protesta de esos años: “Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y siglos…”
Por su parte, el mexicano Octavio Paz comprende a Latinoamérica, en una disquisición sobre la modernidad, el tiempo y el espacio. ‘La búsqueda del presente’ es el discurso que leyó en 1990. Empieza el poeta hablando sobre las literaturas de lenguas transplantadas, como todas las americanas; luego propone una comparación entre las letras de Norteamérica, Brasil y el resto del continente. Trata divergencias históricas y convulsiones sociales y políticas.
Sin embargo, luego toma un tono más personal, habla de sus lecturas infantiles, hasta llegar a su búsqueda para comprender la modernidad. Una búsqueda que lo llevó a otros países y tradiciones, hasta que -dice el mexicano- “volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está fuera sino adentro de nosotros”.
El martes pasado Vargas Llosa presentó su ‘Elogio de la ficción y la lectura’. Con el recuerdo de sus primeros acercamientos al libro y de los muchos autores que le han marcado; el discurso es un recorrido por su vida y por la libertad. En él se insertan sus vivencias y sus visiones políticas. Allí, están Francia y España, desde donde descubrió a Latinoamérica, a su literatura y a su Perú, el de todas las sangres, el de su infancia, el de Patricia…