El mensaje de voz aguardaba en su teléfono. Tras un concierto de estudiantes del cual fue jurado, la musicóloga ecuatoriana Ketty Wong Cruz encendió el aparato y escuchó: “Ketty, contesta… ganaste…”.
La frase le anunciaba la obtención del Premio Casa de las Américas de Musicología 2010, otorgado por Cuba. Eran las 21:30 de un viernes y la ganadora sintió felicidad, pues el reconocimiento no era para los artistas que reciben aplausos sobre un escenario, sino para el silencioso y arduo trabajo de una investigadora.La investigación en cuestión lleva el título de ‘La música nacional. Identidad, mestizaje y migración en el Ecuador’. Por su labor y por el galardón a ella adjudicado, Wong recibirá esta tarde un homenaje por parte del Ministerio de Cultura. El acto se realizará en la sala Agustín Cueva, a las 18:00.
Para Wong, la música es un elemento para estudiar la sociedad. Lo que hizo en este trabajo fue investigar y analizar discursos sobre diferentes tipos de música popular ecuatoriana y, mediante ello, esclarecer cómo los ecuatorianos se conciben como nación. El estudio relaciona música con clases sociales, etnicidad, mestizaje y migración, para configurar un imaginario nacional.
El concepto de ‘música nacional’ es punto central del libro y Wong lo utiliza como una metáfora de la nación mestiza. “La música nacional durante el siglo XX ha sido concebida como una antología de pasillos clásicos, albazos, pasacalles, pero eso refleja una estética y unos valores de clase media alta, donde lo indígena está poco representado”, dice. Inclusive señala que el sanjuanito ha sido estilizado para el mestizo urbano y guarda poca relación con su raíz indígena.
La investigación de Ketty Wong muestra que el discurso del mestizaje toma lo blanco y lo indígena, pero no lo afro. Ello a pesar de que el pueblo negro tiene una fuerte presencia en la sociedad. Entre los ritmos afro que Wong menciona en su estudio está la bomba, por ser la más difundida y aceptada ahora.
En los años que delimitan su investigación (2001- 2004), Wong reparó en que las clases populares denominaban música nacional a la chichera, a la rocolera y a la tecnocumbia. Y que, si bien no descartaban los ritmos clásicos, los consideraban “música nacional antigua”. Esto -según explica- refleja dos instancias y dos puntos de vista de clases diferentes.
El trabajo de campo para la investigación llevó a la musicóloga a asistir a los conciertos en el coliseo Julio César Hidalgo, el estadio del Aucas o la plaza de toros de la Mitad del Mundo. Asimismo realizó viajes a Nueva York y a Madrid. Esto porque halló una relación entre el flujo migratorio de finales de los noventa y la entrada en boga de la tecnocumbia. Así -señala- el ‘boom’ se da porque los artistas calan en el pueblo mediante canciones que hablan de la separación, el desarraigo, las cartas, las llamadas de teléfono.
“En ese período crítico de alta migración, la gente acudía a los conciertos para experimentar un sentimiento de comunidad y desfogar la terrible experiencia de la separación”, explica Wong. En esa diáspora, los artistas populares se presentaban como mensajeros del Ecuador hacia el extranjero y, cuando regresaban al país, eran los portadores de las vivencias de los que estaban fuera.
De igual manera, Wong halla en el sonado saludo “a los ecuatorianos en el mundo”, la evidencia de una nación desterritorializada, que se extiende fuera de las fronteras del país.
Prevalece la idea de que la música nacional no tiene presencia internacional, algo que podría deberse a la dificultad de ingresar a los circuitos comerciales. A pesar de ello, Wong destaca, históricamente, la internacionalización de Julio Jaramillo, los Miño Naranjo o Los Brillantes.
Pero la música que es tan bien acogida en las clases populares es recibida con ironía por parte de otros sectores, que a pesar de igualmente bailarla, la consideran como una música que incita al consumo de licor, “chichera” o “de cholos”. A través de sus conversaciones con artistas y otros investigadores Wong concluyó que el alcohol podría consumirse con todo tipo de música, pero que el estigma está sobre la rocolera.
En la investigación la musicóloga se enfoca en las músicas de origen ecuatoriano, con raíces aquí. Así, descarta en el estudio el rock o la balada pop que, si bien tienen exponentes ecuatorianos, se alinean con tendencias internacionales. Y como la música no es estática y está en constante cambio no descarta que se presente diferentes estilos, pues “no hay una juventud, no hay una identidad, no hay una música nacional, hay varias. Es un país pluriétnico y multicultural. Hay que pensar en la democracia en la música”.
El trabajo anterior de Wong trató sobre uno de los máximos compositores ecuatorianos: ‘Luis Humberto Salgado, un Quijote de la música’. Y una vez que se vinculó con la etnomusicología encaminó su siguiente trabajo a la música popular, a desentrañar el porqué de ciertos prejuicios.
Sobre la investigación musical en el país, Wong ha encontrado interesantes trabajos que relacionan antropología y sociología. Y también señala, que estos son financiado por becas institucionales o por iniciativas privadas.