Un extraño silencio se apoderó de los alrededores del Obelisco de Buenos Aires, el sábado. Allí estaba la West Eastern Divan y delante Daniel Barenboim. 50 000 personas llegaron hasta allí para escucharlos interpretar la Obertura Leonore III y la Quinta Sinfonía, de Beethoven.Allí estaba él con toda la fuerza que tiene como director. Y los músicos, jóvenes israelíes y palestinos siguiéndolo. En sus rostros se veía la iluminación de vivir algo único. Para Barenboim también fue una emoción especial. Estaba cerca de la calle Arenales, en donde nació hace 67 años. Recordó que cuando tenía 7 años debutó maravillando a todos. Y el sábado, el público pidió que volviera al escenario, pero “no se puede hacer bises luego de la Quinta”, explicó. Escogió esa sinfonía porque “queríamos tocar una que la gente conozca y creo que es la más famosa de todas”. Además, horas más tarde, daría otro concierto en el Colón, parte de las 12 presentaciones que brindará en Buenos Aires.“No imaginé estar acá. Para la música clásica hace falta una buena acústica y el Colón tiene una magnífica, pero de vez en cuando es bueno hacer conciertos en lugares como este, sobre todo aquí que es un lugar histórico y popular porque la música no es para pocos, es para todos. Y los gobiernos deberían invertir el dinero en educación musical”, sostuvo el director.Incluso bromeó cuando un periodista le preguntó sobre la presencia del público: “Muy fría, no aplaudieron, no vino nadie”. Aunque luego, ya en serio, agregó que “el público es una inyección de felicidad y de fe”.La fe que tanto requiere esta orquesta que es un llamado a la convivencia. “Este proyecto funciona porque hay igualdad. Las negociaciones (israelí-palestinas) se están convirtiendo en el fin y las negociaciones no pueden ser el fin sino la paz”. Y aclaró que al interior de la orquesta las diferencias existen: “Se habla todo el tiempo de conflictos. Es prueba de que se puede vivir sin estar de acuerdo”.¿En qué sentido? “Porque el relato del palestino es otro del israelí, pero ni uno ni otro escucha el relato, no tienen la idea clara y este proyecto funciona por eso. No tenemos un consenso aquí. Si quiere una declaración es imposible y por eso ni la busco. Ellos han aprendido a vivir escuchando al otro y expresándose a sí mismos. Y entonces, cuando llegan a tocar la música, ahí son uno”.Desilusionado con Barak Obama, sostiene que debe haber ya el Estado palestino que conviva con Israel según las fronteras de 1967. Pero sobre todo aclara que no bajará los brazos hasta tocar en todos los lugares que están representados en la orquesta. Pero “ahora soy criticado en ambas partes: en Israel porque dicen que soy un traidor y en Palestina porque soy israelí. Así que algo justo debe estar haciendo”.