El escritor argentino Julio Cortázar, de cuya muerte se cumplen hoy (12 de febrero) exactamente treinta años, “falleció de sida y no de cáncer o leucemia, como se especuló” en su momento, dijo al diario Clarín la escritora y periodista uruguaya Cristina Peri Rossi.
Además “le contagió la enfermedad a su querida esposa, Carol Dunlop. Ella murió primero, dos años antes de Julio, porque aunque era muchísimo más joven, le habían quitado un riñón”, agregó Peri Rossi.
La escritora uruguaya, residente en España, conoció a Julio Cortázar en 1973. Tuvo una relación sentimental con él y una vez terminada conservó la amistad hasta la muerte del creador de ‘Rayuela’.
“El sida no se había identificado cuando Julio lo contrajo, era una enfermedad sin nombre. Consistía en un retrovirus no identificado. Lo contrajo porque sufrió una hemorragia estomacal en agosto de 1981 cuando vivía en el sur de Francia”, dijo la narradora al diario argentino.
“Lo hospitalizaron y le hicieron una transfusión de varios litros de sangre, que después se supo, en medio de un gran escándalo, que estaba contaminada”, agregó.
“Tengo una carta de Julio donde me dice “me he convertido en un vampiro de verdad porque me han tenido que cambiar la sangre y la pobrecita Carol me tuvo que llevar al hospital más cercano”, comentó Peri Rossi.
“Años después se supo que esa sangre, que venía de la Cruz Roja, estaba contaminada. Se produjo un gran escándalo que terminó con la destitución del ministro de Salud Pública. La sangre se compraba a emigrantes pobres. No se realizaban pruebas, análisis, porque la enfermedad, el sida, era desconocida”, agregó.
Peri Rossi recordó que nunca hubo un diagnóstico de cáncer y que la enfermedad de Cortázar no tenía “una denominación específica”, se la llamaba “pérdida de defensas inmunológicas”.
Según contó la escritora a Clarín, cuando Cortázar viajó a Barcelona en noviembre de 1983 estaba muy preocupado por el avance de la enfermedad: “Me enseñó una placa negra en su lengua, el sarcoma de Kaposi. Padecía un virus que desconcertaba a los médicos y no tenía tratamiento específico. Ningún médico sabía, tampoco cómo se transmitía o cómo se contraía”. También la esposa de Cortázar había muerto por “una rarísima enfermedad no identificada, un virus desconocido que le provocó la pérdida de defensas inmunológicas y la aparición de infecciones oportunistas” .