La televisión pública de Argentina dio una buena noticia al documentalista ecuatoriano Juan Martín Cueva. Ocurrió en la semana del Doc Bs As (Documentales Buenos Aires), a la cual llegan cientos de películas de América y del mundo en busca de auspicios para avanzar en proyectos que aún están desarrollándose.
‘El tiempo largo y el tiempo corto’, así se llamará el filme de Cueva, que fue uno de los 12 documentales seleccionados.La televisión pública argentina decidió la precompra de la película de Cueva, que trata sobre una pareja de militantes de izquierda confrontada con la tradición conservadora de su familia. Todo en el contexto del levantamiento indígena; en ese momento, la hija es retenida por los indígenas en la hacienda de los abuelos maternos, mientras los dos protagonistas están con los indígenas en el levantamiento.
Con el fondo de USD 2 500 que recibirá, la televisión pública argentina tendrá los derechos de transmisión cuando termine la película. “Lo interesante es que no gano el fondo desde alguna institución cinematográfica, sino desde la televisión y más que lo económico, es un reconocimiento a una propuesta”, dice Cueva a EL COMERCIO, mientras suena la música de una bandoneonista en San Telmo.
¿Este es el tipo de incentivos y espacios que faltan a la televisión pública ecuatoriana?
Claro, aunque hay que entender que es una modalidad nueva todavía; hace falta crear mecanismos de relación, de participación en la producción de contenidos audiovisuales.
¿Cómo va su documental?Yo llevo en este proyecto tres años. Incluso llegó un momento en que pensé que era mejor como ficción, pero la retomé como documental, porque me siento más cómodo. Está en desarrollo el guión y la investigación. Pero hay que seguir buscando los auspicios. Ya ganó en la anterior convocatoria del Consejo Nacional Cine (Ecuador) para el desarrollo. En la próxima convocatoria pienso presentarla para el Fondo de apoyo a la producción. Con eso y un poco de aportes que consiga en el Ecuador o en el extranjero, quiero estar filmando en junio y en diciembre del 2011, y estrenarlo en el 2012, en el EDOC (festival ecuatoriano de cine documental llamado Encuentros del Otro Cine).
¿Cuán importante es para los realizadores ecuatorianos participar en este tipo de concursos?
El cine ecuatoriano está en una etapa difícil. Hay que dar el salto y pasar de, digamos, el cine ‘artesanal’, que es bueno porque permite mayor libertad de creación y de voces individuales. Sin embargo, también tiene limitaciones: difícilmente llega a un mercado internacional. Solo dando ese salto aseguraremos el desarrollo de todo el medio y que no haya solo 10 personas haciendo películas. Esto permitiría que se generen especializaciones como guión, producción, edición, distribución, crítica. La generación anterior a nosotros era notable: eran autodidactas y ejercían todos los oficios. Eso está cambiando y este tipo de espacios genera una comprensión de cómo son estos procesos.
Desde hace unos años, se están estrenando películas ecuatorianas (en ficción y documental). ¿Cómo mira ese proceso?A mí me dicen escéptico, pero quiero ser realista. A pesar de que es un buen momento para el cine, no creo que hay películas que uno siente que irrumpen en el historial del cine, como ocurre con peruanos, colombianos o uruguayos. Tampoco hemos creado una industria en estos 10 años porque es algo que demanda inversión, formación, creación de mercados, de público, discusión y crítica.
En algunos países hay hasta asociación de cronistas de cine; en el país no podemos hablar de crítica de cine…
Eso es un reflejo de lo que sucede. Hay gente que dice que no hay crítica, pero la crítica que existe está en relación al cine que hay. Difícilmente habrá publicaciones especializadas, periódicas y permanentes, con un público que lea crítica. Hay un retraso en la reflexión académica sobre el cine y la cultura en los medios. Hay poca reflexión; todo se queda en la noticia.