La noche del sábado, Jorge Drexler tuvo su primera cita con Quito –ayer fue su segundo concierto–, y como pasa algunas veces en el campo de las primeras veces: esta se convirtió en una placenteramente inolvidable. Todo comenzó con estas palabras, acompañadas por una guitarra sutil: “La luz de Quito es tan clara/ que de tan clara encandila/ Los ojos en la cintura del mundo/ y el corazón del ancho de las pupilas”.
Y todo terminó con un Teatro Sucre repleto que aplaudió de pie al cantautor uruguayo por varios minutos, las dos veces que éste se despidió… y que decidió volver al escenario –una vez con su guitarra y otra a capela– para seguir complaciendo a un público que cantó extasiado casi cada una de sus canciones (a excepción de dos nuevas creaciones), durante las aproximadamente dos hora que duró el concierto.
‘Mundo abisal’, que es el espectáculo que está presentando en esta gira por A. Latina, muestra a un Drexler muy íntimo, iluminado por luces a veces tenues, a veces muy vivas –y manejadas de manera magistral–. Solo están él y el público; a diferencia de las presentaciones que venía haciendo con su banda, los últimos años. Sin embargo, ese ‘vis à vis’ se alteró gratamente por momentos, cuando Carles Campi y Matías Cella, ubicados en los palcos laterales cercanos al escenario, lo acompañaron en algunos temas con el ukelele o con un serrucho a manera de rústico violín, o generando ecos y otros sonidos electrónicos desde la oscuridad.
Además de ser un cantante y un guitarrista muy dotado, el uruguayo demostró ser un excelente conversador, con mucho carisma. Con su acento suave y una sonrisa gentil, y tras sugerir que si hablaba mucho el público se lo hiciera notar, por ejemplo, contó la historia de cómo una caminata nocturna por el Cabo Polonio –playa uruguaya– dio paso a la historia que canta/cuenta en ‘Noctiluca’, el corte número 10 de su último disco ‘Amar la trama’.
El tiempo del concierto, que no fue corto, sin embargo, pasó rápido, pues Drexler se las ingenió para convertir su espectáculo musical en una suerte de experiencia audiovisual; las imágenes que componen sus canciones son tan fuertes, vivaces y frescas que casi es posible verlas…
También, en un acto de camaradería, pidió al público que le solicite canciones y a partir de ese momento –a veces con insistencia y otras con algo más de mesura– la gente no paró de solicitarle temas. Fue así como Inoportuna, que no estaba prevista en el repertorio, hizo que todos los presentes coreasen emocionados: “Quien no lo sepa ya, lo aprenderá de prisa, la vida no para, no espera, no avisa…”; también Dos colores: blanco y negro y muchas otras.
Porque Drexler no solo cantó, además conversó, disfrutó, improvisó, le regaló al público el raro privilegio de escuchar un soneto, en definitiva: se entregó. Y fue por eso que, como dice uno de sus temas –que también interpretó–, dejó a quienes estuvieron en el Sucre con la sensación de haber presenciado una fina, inolvidable, lluvia de polvo de estrellas.
El recorrido musical
En esta etapa, ‘Mundo abisal’ ya estuvo en Venezuela (Caracas y Barquisimeto), Colombia (Bogotá y Medellín), y Quito. El 29 de febrero tocará en Costa Rica .
Jorge Drexler ha sido nuevamente nominado a los Latin Grammy (2012), esta vez con Que el soneto no nos tome por sorpresa, que está nominado a Mejor canción del año.