Entre risas y bromas, pero siempre con la seriedad que caracteriza a un profesional, ensayan desde el pasado lunes los 80 integrantes de la Orquesta Juvenil de las Américas, más conocida como YOA, por sus siglas en inglés.
En la Sala de Conciertos de la Fundación Filarmónica Casa de la Música, ubicada al norte de Quito, jóvenes músicos de 14 países afinan sus instrumentos, por casi 180 minutos diarios.
En ese lapso, los artistas lucen serios y concentrados, al igual que el director de turno. Pero todo cambia en los recesos, cuando los músicos dejan de acariciar el instrumento y alguien suelta una broma. En ese momento todos ríen, incluidos el director musical, los espectadores y hasta los organizadores.
Eso precisamente sucedió el lunes, cuando el violonchelista mexicano Carlos Miguel Prieto utilizó un tanque de oxígeno como bastón y empezó a caminar emulando a un viejecillo.
Esa acción originó carcajadas entre los integrantes de la Orquesta, al tiempo que les sirvió para olvidar la tensión por el concierto que dieron esa noche.
Los ensayos son muy estrictos. Empero, todos trabajan relajados y en equipo. La pertenencia de los músicos a distintos países es nula. En la YOA todos los jóvenes conviven, son amigos, comparten experiencias y se ayudan.
En Colombia, por ejemplo, en el inicio de la gira latinoamericana de la Orquesta, los músicos salieron a bailar y compartieron anécdotas durante las cenas. En Quito esperan hacer lo mismo.
Después de la grabación de un CD con el compositor estadounidense Philip Glass, este sábado, la YOA tiene previsto desplazarse a Perú, como parte de la gira.
Su último concierto en Quito lo darán mañana, a las 20:00, en la Casa de la Música.
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