El movimiento de las manos cautiva a Paulina León. Y esa “danza aérea”, como ella la llama, es la que la llevó a montar El Coro del Silencio, un espectáculo en lenguaje de señas que se presenta hoy (18:30) en la Alianza Francesa de Quito.
En total, nueve temas forman parte de este show que mezcla partes corales y actorales. ¿Es posible cantar con las manos?, es una interrogante a la que León responde que “sí”. “Las manos son las que les hablan a ellos (las personas sordas), y son, al mismo tiempo, las que les dan una voz. Entonces sus dedos son sus labios; sus manos, sus bocas”.
Como en un coro tradicional, cada miembro tiene una textura diferente al cantar. “Unos son tenores, otros barítonos, algunas soprano” dice. Para diferenciar el timbre de los coreutas, León se sirve del movimiento de las manos. Los que las mueven suavemente interpretan tonos agudos; los graves, en cambio, son para los de gestos más bruscos.
El Coro del Silencio nació en el 2009, pero hacia finales de hizo 2011 su primera presentación. Cada uno de los temas de su repertorio cuenta con su traducción para las personas parlantes (diálogos proyectados en la pared). Una de las obras es ‘Amor de intérprete’, que narra una conversación telefónica entre dos personas sordas: ellos deben conocer lo que dice el otro a través de su intérprete, “y es ahí cuando comienza la tergiversación; tal cual pasa diariamente con los sordos”, y, a veces, también con quienes no lo son.