Pasión es la palabra que mejor describe la vida y obra del maestro guayaquileño Theo Constante, según sus allegados. Apasionadamente se entregó al arte y a la cátedra. Esa entrega, combinada con su gran talento, lo hizo resaltar en el mundo artístico local e internacional: fue un reconocido pintor, escultor y muralista.
Dentro del país, su trabajo fue premiado en varios certámenes como el Salón de Julio, en distintas ocasiones; y el Salón de Octubre, en 1962. Obtuvo, además, el primer premio de la Bienal de Quito en 1967, y recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo en el 2005.
Constante participó también en bienales internacionales como la tercera Bienal de París (Francia), la de San Pablo (Argentina) y la Bienal de São Paulo (Brasil). Sus obras se exhiben en colecciones, museos y galerías alrededor del mundo, desde Miami hasta Madrid.
Iván Paredes, su ayudante de obra artística, dice que el legado de quien fue su maestro y mentor es -entre otras cosas- haber influido a una decena de artistas jóvenes entre las décadas del 60 y el 70. Él lo recuerda como un hombre equilibrado.
“Era muy jovial, pero a la vez estricto”, dice sobre Constante, durante su época como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil. El artista fue docente en la Universidad de Guayaquil, en la Facultad de Arquitectura. Paredes, quien fue también su ayudante de cátedra, afirma que Constante era un hombre frontal, que no escondía sus pensamientos.
Entre los trabajos de escultura de Constante se destacan los bustos de Eloy Alfaro y Pedro Carbo, que hizo para la Universidad de Guayaquil, así como el monumento al Viejo Luchador, que está en Manabí. Como muralista, una de sus obras más recordadas es el mural escultórico del Museo Antropológico del Banco Central del Ecuador, en el centro de Guayaquil.
Otra de las pasiones de este artista, aunque menos conocidas, era el deporte. Antes de ser víctima del cáncer y del alzhéimer, jugaba fútbol. Era hincha de Barcelona y tenía su bandera colgada en la habitación.
Su esposa, María Antonieta Jaramillo, revela algunas de las manías de este pintor. Gustaba de la música española, sobre todo del flamenco e incluso, la escuchaba y cantaba mientras pintaba. Era también un gran bailarín de tango.
Theo Constante, quien acababa de cumplir 80 años hace unas semanas, murió este domingo 27 de abril como vivió toda su vida: rodeado de sus seres queridos.
Nació el 10 de abril de 1934 en Guayaquil y murió en esa misma ciudad el 27 de abril del 2014. Su primera línea de trabajo artístico fue la figurativa, decantándose luego por el informalismo, llegando luego a rozar el abstracto.
Una neumonía causó su muerte. El sepelio es hoy 29 de abril, a las 11:00, en Parque de la Paz, Guayaquil.