Mi papá José Bone era boxeador y cuando iba a los entrenamientos yo siempre le acompañaba. Después ya me gustó y desde los 12 años también quise pelear.
Iba a entrenarme en el gimnasio de San Juan y gané la primera pelea en la cual participé. Pero en las demás competencias no me iba tan bien. Perdí y creo que por eso me encapriché y seguí, no quería más derrotas. Lo último que gané fue una medalla de oro en los Juegos Bolivarianos.
Después de un tiempo eligieron a la selección de boxeo de Pichincha y me llamaron a concentrarme. Todos los días me levanto a las 05:40 y salgó a la pista Los Chasquis para correr. Después de eso tomo mi desayuno, hago los deberes, a veces salgo a caminar o vemos películas con mis compañeros de la residencia de la Concentración. A las 15:30 regreso a los entrenamientos.
En las noches asisto al colegio Santiago de Guayaquil. Estoy en tercer curso. No me gustaba ir al colegio pero ahora siempre voy.
Algunas personas piensan que los boxeadores somos muy rudos. Cuando hay problemas en la calle, evitamos las peleas.
El box nos enseña a tener disciplina, porque uno tiene que controlarse. No es solo darse de golpes, sino que se necesita de bastante inteligencia.
Son prohibidos los golpes bajos. Usamos protectores en la cabeza y en la boca. Sí me han golpeado mucho en el cuerpo y me quedan algunos moretones.
Nosotros entrenamos siempre, casi nunca paramos, ni los fines de semana ni los feriados. Entre los deportistas salimos a comer o nos vamos al cine.
Si quieres ser un boxeador debes tener muchas ganas de querer aprender. Uno tiene que querer para aprender. Es actitud.
Erick Bone, 21 años
Boxeador, Quito