La neblina que se elevaba desde los potreros del parque La Carolina, tras la granizada del sábado tarde, podría servir de marco para lo que acontecía en el Centro de Exposiciones Quito, lugar donde se desarrolla, hasta este domingo, 4 de diciembre, la Feria Internacional del Libro.
Y puede servir de marco por la lluvia que sobre techos metálicos interrumpía los conversatorios, o que se filtraba a través de las goteras hasta mojar los libros expuestos en los estands.
De ellos, los que tienen mayores dimensiones son el de Perú -por tratarse del país invitado de honor- con una muestra de varias editoriales, y el del Ministerio de Cultura, un amplio espacio con poco contenido bibliográfico. También están los puestos de sellos editoriales y de librerías, los de movimientos urbanos y otros de universidades. Más de 90 estands se distribuyen en dos pabellones, para presentar una oferta que va desde títulos clásicos, hasta novedades, desde libros de arte, hasta publicaciones técnicas. Estos textos se ofrecen hasta con un 40% de descuento.
Otras actividades fueron los conversatorios, donde hubo escaso público -la lluvia dirán, las fiestas dirán. En un auditorio alejado charlaron los escritores jóvenes; mientras que a la misma hora la consagrada Nélida Piñón conversaba con Javier Vásconez. A pesar de los errores técnicos de la charla, Piñón se mostró cercana al público; ella habló de sus libros, de sus personajes, de sus viajes, de la mujer en la literatura y cuando tocó el tema de las identidades – bandera de esta feria -, dijo: “La identidad se hace de las contaminaciones”. Este tema fue también tratado por los poetas Catalina Sojos, Julio Pazos, Antonio Cisneros y Fabio Morabito.