Un reloj, colocado en el límite del tablado, sobre la línea divisoria entre foso y escena, no deja de marcar el tiempo. Los directores, los cantantes, los técnicos le lanzan miradas de reojo, mientras aceleran el ritmo del ensayo.
Apenas faltan horas, para el estreno de ‘Elíxir de amor’, una ópera de Gaetano Donizetti (1797 – 1848), que llega esta noche a la capital. Lo hace de la mano de un equipo internacional, bajo la producción de la Fundación Teatro Nacional Sucre.Mientras las agujas del reloj siguen corriendo, el director musical español José Luis Pareja mueve su batuta y los 54 músicos ejecutan la partitura que Donizetti creó en 1832, sobre un libreto de Felice Romani. La orquesta está conformada con músicos independientes y otros de la Sinfónica Nacional y de la Banda Sinfónica.
La obra cuenta la historia de los amores de Nemorino por la caprichosa Adina, quien se ha comprometido con el sargento Belcore. Desesperado, Nemorino hallará la respuesta a sus males en un supuesto brebaje mágico que es vendido por el estafador Dulcamara. Esta situación construye el humor dentro de esta comedia, que no excluye la presencia de la melancolía.
Esta ópera se trabaja desde hace un año, con la preparación de los solistas ecuatorianos y del Coro Mixto Ciudad de Quito. El resto del equipo llegó el 23 de junio y desde entonces han sido tres sesiones de ensayo diarias.
El montaje de una ópera se logra mediante un trabajo de acoplamiento, de concertar destrezas y opiniones. Ramiro Murillo, director técnico del Teatro Sucre, camina por el escenario, corre escaleras arriba y abajo. Su equipo levanta la escenografía minimalista que, según el director escénico, el italiano Stefano Vizcoli, permite mostrar la energía de los solistas y del coro, expresar su fuerza y su calidad.
Mientras las luces se siguen probando, los solistas están sobre el escenario. El español Antonio Torres, los ecuatorianos Jorge Cassis y Daniela Guzmán, y los estadounidenses Amanda Squitieri y Levi Hernández intercambian gestos, mientras su voz alcanza la tonalidad que complace a los directores. Un segundo elenco se completa con los nacionales Viviana Rodríguez y Marlon Valverde.
La corrección de los errores es necesaria y los directores paran el ensayo, reprenden al elenco, retoman el control y continúan. Chía Patiño, directora del Teatro Sucre, camina por entre las butacas, dialoga con Pareja y Vizcoli, controla los tiempos y regresa a ver hacia los palcos. En algunos de ellos, se acomodan personas de variada edad. Patiño y Vizcoli decidieron hacer los ensayos a puerta abierta. Eso para que la gente de la ciudad tenga contacto con la ópera y sepa qué hay detrás de un trabajo escénico, esa es la verdadera conquista.
“Tengo la responsabilidad moral de hablar a quien nunca ha venido al teatro, para que apague la TV y venga a compartir pasiones, a vivir emociones”, dice Vizioli y mira al escenario, vuelve a ensayar, a esperar que esta noche se alce el telón.
Entrevista
José Luis Pareja
Director musical
‘Tiene un estilo característico y muy bonito’
¿Cuál es el carácter de esta composición de Donizetti ?
Le gusta intercalar melodías sobre declamaciones de los cantantes. La voz repite las notas y por debajo de ese canto, la orquesta le va apoyando con una melodía diferente. Podría decirse que da relevancia a la orquesta en detrimento del cantante. Tiene un estilo muy característico y muy bonito.
Esta ópera tiene un aria reconocida, La furtiva lágrima, ¿qué ocurre con ella?
Desde el punto de vista orquestal no ofrece dificultad alguna. Es una pieza, con acoplamiento de arpas principalmente y de orquesta en pizzicato, de lirismo excepcional en cuanto a la expresividad de los que canta Nemorino y la belleza de la alegoría que tiene la música. La furtiva lágrima es más un esfuerzo que recae sobre el tenor.
Es sencilla, genial y deliciosa: una especie de paréntesis, como si abriéramos una ventana a un mundo distinto, se acaba y regresamos.
Stefano Vizioli
Director escénico
‘Nemorino es un verdadero héroe’
¿Cuál es su definición de ‘Elíxir de amor’?
Es la sexta vez que hago esta ópera que habla de amor, locura y poesía. Para mí, Nemorino es un verdadero héroe, loco, pero con una pureza y fuerza interior. Además, tiene mucha contemporaneidad; pues cuando uno mira la TV siempre tiene a alguien que dice tu fortuna con cartas, con horóscopos, con elíxires, pasa todos los días. Es una ópera que habla mucho al nivel del corazón.
¿Qué trabajo exige el montaje de esta ópera?
Me gusta dar la profundidad a cada papel, y debo ser respetuoso con el texto porque mucho de lo que expresa está descrito en la partitura: una palabra, un ritmo musical. El compositor ya trabajó para la escena, no para grabaciones, y nosotros tenemos el deber moral de contar su historia no solo al público con competencia, a una élite, sino a quien nunca ha venido al teatro y no ha escuchado ‘Elixir de amor’.