En plena época vanguardista, donde los paradigmas se han establecido a partir de un eclecticismo, la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) presentó el jueves un programa en el que las partituras de Jean Sibelius y Johannes Brahms se escucharon junto a un concierto para guitarra y orquesta de Barret.
Bajo la dirección de David Handel, director de la Sinfónica de Bolivia (foto), el programa del jueves en la Casa de la Música, que se replicó al siguiente día en el Teatro Politécnico, inició con el poema sinfónico ‘Finlandia’ opus 26 de Sibelius. Durante la interpretación, el espíritu romántico de Sibelius fue transmitido con vibrante emoción por la OSNE (en especial por los contrabajos Rodrigo Becerra y Efrén Vivar cuya alegría podía llegar a empalagar en ciertos momentos).
Luego fue el momento para la obra ‘Fantasía de la Esperanza’ para guitarra y orquesta del compositor y director de orquesta estadounidense Bob Barret.
Si bien Rodrigo Rodríguez demostró un impecable manejo de la guitarra clásica, la obra de Barret marcó un fuerte cambio dentro del programa. Cada una de las cinco partes de las que consta la pieza traía a la memoria pasajes de películas de Disney (cosa que contrastaba con la obra de Sibelius y de Brahms). Junto a esto, cuando la orquesta comenzaba su interpretación, la guitarra perdía su fuerza y enmudecía frente a la fuerza del resto de instrumentos.
Tras el intermedio, fue el turno de la Sinfonía Nro. 2 en re mayor, opus 73 de Brahms. Retomando el carácter romántico que Sibelius había impreso en los asistentes, la sinfonía de Brahms fue la oportunidad para que el nivel de exigencia del director Handel se muestre en la sala de conciertos.
Es así que el programa de la OSNE para esta semana tuvo sus bemoles; no solo porque la pieza de Barret significó una especie parche entre Brahms y Sibelius, sino porque, y como señala Gustavo Lovato, Barret es un autor “light” entre el peso de los dos románticos europeos.