A los dibujos que se muestran en ‘Emoción y reflexión’ les calzan las tres definiciones de ‘dibujar’, porque delinean, describen y revelan un mundo que tantas veces nos pasa inadvertido.
Paula Barragán, Pilar Bustos, Natalia Espinosa, Ana Fernández, Xavier León Borja, Pablo Pincay, Nelson Román, Luis Tenorio, Vilma Vargas, Giovanny Verdezoto, Eduardo Villacís y Jaime Zapata participan de esta exposición en el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño (en la calle Junín, barrio San Marcos).
Si dibujar es “delinear en una superficie, y sombrear imitando la figura de un cuerpo”, las obras de Bustos, Pincay y Verdezoto están muy encaminadas por ahí… Bustos presenta obra nueva, del 2012, que vuelve con sus cuerpos y caballos minimalistas, básicos, apenas sugeridos y, sin embargo, tan sólidos. Pero esta vez incluye manchas, tinta borroneada que da sombras y movimientos, que dibuja nubes, crines, pieles. En cambio Verdezoto expone carboncillos y sanguinas del 2004, cuando empezaba a despuntar. A través de estos dibujos se puede ver otra faceta suya, que al igual que en sus propuestas más recientes no se acomoda a los cánones de lo bello, sino que hace de un chiquero en la casa de su abuela un motivo estético y en los dos desnudos que presenta la robustez de las modelos hacen un guiño a las ninfas de Rubens.
Y si dibujar es “describir con propiedad una pasión del ánimo o algo inanimado”, las tintas que componen la fauna fantástica de Xavier León Borja son precisas para dar cabida a su mundo onírico, gris y algo fatalista. Lo mismo cabe decir del trabajo sobre terracota (con óxido de cobalto) de Natalia Espinosa; sus tres piezas, armadas como rompecabezas: The Dreamer, The Swimmer y The Thinker hablan de una sensualidad y un ánimo del espíritu que invita a quedarse mirando.
Las obras de Zapata y de Román, igual que las de Fernández o Barragán, en cambio, dan cuenta de un dibujar que es “dicho de lo que estaba callado u oculto: indicarse o revelarse”. Son otros los mundos que sus dibujos nos muestran; hay mucho de revelación en ellos.
Por ejemplo ese impresionante ‘El beso’ de Fernández, dramático, saturado, barroco, impactante… O la laboriosidad que ella misma muestra en la críptica ‘Mandalita marina’; las tintas chinas de Barragán también embelesan, por todo lo que tienen que contar, como en ‘Las tres lolas’, que se debaten entres ser apenas tres moscas o ser la representación del caos.
Los tres estudios que expone Román evocan a una especie de monstruos que se quedan a vivir en los ojos de quien los ve… Zapata también está presente, con obra de hace 20 años, con la serie ‘Hueso’ (numerada del 1 al 5); pero lo que ahí se ve más parecen vísceras y su gesto es tan fuerte, que se pudiera pensar que el marco no lo va a contener.