Para aquellos que crecimos con la música como credo y única posibilidad de libertad, los 90 significarían el inicio y el fin de una época que persiste en nuestro léxico.
Digamos que los 90 se tatuaron en nuestra piel y dejaron marcas como Smells like teen spirit; Jeremy o Zoom, la bella canción de Soda Stereo (hago un paréntesis para decir vuelve Gustavo).
Pero para los más pop, estilo The Cure, o mucho más pop estilo Cardigans, existía una contraparte no tan alejada de aquellas propuestas musicales que nacía en España, hablo de Christina y los subterráneos, agrupación madrileña, que interpretaba el ya clásico 1000 pedazos, retrasmitido incontables veces por la cadena MTV, cuando aún valía la pena sentarse frente a la caja a mirar videos musicales.
La pista de Christina y los subterráneos, termino con dos canciones como himnos de una generación al menos en España, la nombrada 1000 pedazos y la movida Voy en un coche. Con los 90 en cenizas y con sus mártires musicales a cuestas, una etapa más de las tantas etapas de Christina Rosenvinge, se abría. Era el tiempo de ser solista, de mutar a artista conceptual, de viajar a New York y presentar discos incomprendidos en ingles. Era el tiempo de volver a los orígenes con discos como La distancia adecuada (2008) y La joven dolores (2010).
Había tiempo también para crear junto a Nacho Vegas un disco profundo como Verano fatal (2007). Y es que, para aquellos que amamos la música, estos casi 30 años, sin Christina, no hubieran sido lo mismo, con sus altos y bajos de muñequita pop de escenarios prefabricados en sus inicios hasta el frió y lúgubre Teatro Apolo en Barcelona, donde la puede ver por primera vez, casi respirándome al oído, debido a lo angosto del lugar. ¡Un privilegio de pocos! Escribo de Christina y Barcelona con una carga de nostalgia, mientras disfruto de la recopilación de sus obras incompletas (porque un artista nunca termina el ciclo de la creación), agrupadas bajo el poético nombre de Un caso sin resolver (2011), un pack de cuatro discos, un DVD y más de cincuenta páginas con fotos y recuerdos de la trayectoria musical, desde Ella y los neumáticos, Alex y Christina, Christina y los subterráneos, sus discos en solitario y alguna rareza y composición desconocida. También existe el aporte de anécdotas contadas por Jordi Bianciotto, Diego Manrique, Jesús Ordovás, Julio Ruiz, Lee Ranaldo, el cantautor Nacho Vegas y Refree. En fin, un recorrido por la música de la galardonada como canción del año 2011 por radio televisión española por su Canción del eco. Y tómese en cuenta que no he hablado de su belleza
Jorge Luis Cáceres
Ha escrito los libros de cuentos ‘La flor del frío’ (2009), y ‘Aquellos extraños días en los que brillo’ (2011).