Un candado y una cadena eran las seguridades del baúl donde reposaban la corona y 11 piezas de oro del poeta cuencano Remigio Crespo Toral. Estos objetos desaparecieron del Museo del mismo nombre, en el Centro de Cuenca. Por esa razón, los ediles cuencanos han considerado la posibilidad de cerrar temporalmente el Museo mientras se dan las garantías necesarias para que las obras que contienen no sean sustraídas. Sin embargo, la decisión aún no ha sido tomada.
La desaparición se conoció hace dos semanas y según la directora encargada, Patricia Calle, reportaron del hecho el año pasado al alcalde, Paúl Granda. El Museo Remigio Crespo tiene cinco pisos y 90 cuartos y cuenta con un guardia de seguridad. En el interior, solo pocas áreas disponen de sensores contra incendios u otro tipo de alarmas…
En el 2008, el Instituto Nacional de Patrimonio, a través del decreto de emergencia, implementó kits de seguridad en 35 museos e iglesias de Azuay. Uno de ellos el Remigio Crespo. Calle explica que el Municipio de Cuenca se ha encargado del mantenimiento de estos equipos y del pago al guardia.
La misma funcionaria también asegura que falta implementar sistemas de seguridad porque actualmente solo el 15% de las 24 000 piezas existentes tiene sus contenedores respectivos, el resto está embalado con esponjas y guardado en uno de los cuartos de esta edificación patrimonial.
Hace tres años, el Museo Remigio Crespo Toral fue decretado en emergencia para restaurar la parte física, y se anunció la recuperación de sus piezas. Los miembros del Departamento Municipal de Cultura conjuntamente con los funcionarios del museo decidieron que para precautelar las obras, las piezas de arte debían ser trasladadas al Museo Pumapungo. Pero eso no se concretó. Además, no se cumplió el cronograma de recuperación integral del museo y las obras no empiezan. Según el director (e) de Cultura del Municipio, Juan Pablo Salgado, hay un abandono de más de tres décadas. Él reconoce que la seguridad es irregular, pero destaca las gestiones de esta administración.
Entre otras, dice, el inventario de 12 000 piezas y obtener USD 2,5 millones para la intervención. Según Salgado, el año pasado deseaban asegurar las obras del Remigio Crespo, pero dice que no fue posible porque les pedían como requisito la valoración de cada una.
En los salones Amarillo y Rojo del museo, donde se realizan periódicamente las exposiciones, no hay cámaras sensoras de movimiento.
La edil Monserrath Tello, miembro de la Comisión de Cultura, denunció que luego de un año del robo no se presentó la denuncia a la Fiscalía.
Tello asegura que la semana pasada conoció que otras cuatro obras de arte de ese museo también están perdidas, además de las 12 ya denunciadas.
Según el exdirector del Remigio Crespo Toral, Francisco Álvarez, quien estuvo al frente de la entidad por 15 años, nunca recibió un inventario detallado de los bienes y dice que tiene previsto presentar un informe.
Para Tello es “desastrosa” la seguridad de los museos de la capital azuaya. En el Museo de Arte Moderno, por ejemplo, la seguridad es básica, dice el director (e) Marco Sánchez. Hay un guardia, un sistema de alarma y cámaras de seguridad. Él no recuerda con exactitud el año, pero hubo una obra sustraída. El principal requerimiento es asegurar las obras y continuar el proceso de catalogación y prelación de las 500 obras existentes.
Según Juan José Pérez, consultor de bienes patrimoniales, la seguridad de estos espacios es mínima, pese al esfuerzo del Gobierno. Destaca, por ejemplo, los talleres sobre tráfico de bienes patrimoniales y el inventario realizado en el 2008.
Pero cree que se deben adecuar equipos que detecten cualquier anomalía y realizar la catalogación y prelación de los bienes para conocer con exactitud su estado.
Otro museo que tiene un sistema de seguridad mínimo es la Galería del Municipio; allí solo hay guardia de seguridad.