Cargando una mochila en sus espaldas y vistiendo zapatos deportivos, camiseta y un jean se inmiscuyó en la plaza de San Francisco, en el Centro Histórico de Cuenca. Su objetivo fue ser uno más de los albañiles que buscaban trabajo.
El compositor cuencano, José Luis Luna, de 28 años, a inicios del 2010 investigaba cuál es la realidad de los albañiles para componer una obra. Luego de varios días de pasar en esa plaza y obtener la información creó el tema Mañana, escrito en quichua.
Esa canción fue interpretada por la Orquesta Sinfónica de Cuenca, en el 2010. Luna busca con la obra acercarse a la realidad cotidiana de la ciudad. Por ello, en ese tema a través de diálogos y notas musicales cuenta la falta de trabajo, las condiciones precarias en las que viven los obreros y la competencia de los peruanos.
Para él, es importante que en su música esté presente la identidad cuencana. Por ello, en la obra ‘Pasión de dolores’ describe a esa urbe católica, arraigada de prejuicios y tradiciones.
Desde hace ocho años este cuencano se dedica a la composición y fue por azar. Su deseo era seguir dirección orquestal, pero esta carrera estaba cerrada. Ahora está feliz de haber optado por esta especialización. Su primera composición fue a una joven.
Tiene pasillos y sanjuanitos en los que está presente la angustia de las personas por querer emigrar pero no solo del territorio sino de su ser. Según Luna, la música azuaya tiene raíces de la cultura cañari y aporte occidental, pero en cada composición se muestra aquel aire de nostalgia y picardía. Él, quien ha compuesto unos 50 temas entre música de cámara, teatro, ópera y cine, recién llegó de Alemania tras presentar su disco ‘Canciones extraviadas’. Sus obras tienen influencias de la música de Francisco Paredes Herrera. “Es un motivante para crear y no copiar temas del exterior”.
La naturaleza y el entorno singular de Cuenca también inspiran al compositor Rafael Saula. Con el sonido armonioso de su piano que emula la corriente del río compuso la canción Fantasía del Tomebamba, en el 2006. Con ese tema, ese mismo año, ganó un premio en California. No es la única canción dedicada a ese afluente, también tiene el pasillo ‘Tomebambina’.
A los 14 años, Saula compuso su primer sanjuanito llamado Añoranzas. A esa edad empezó a formar parte de la Orquesta Sinfónica de la capital azuaya.
Sus melodías las ha presentado en España, Perú y EE.UU. Durante más de 40 años de carrera ha compuesto 300 temas. Saula dedica sus canciones a la ciudad que le acogió desde muy niño, cuando llegó de Biblián.
Este compositor, quien desde hace 36 años es maestro del conservatorio José María Rodríguez, también recibió un reconocimiento en California con su tema Cuenca orgullo de mi Ecuador. Fue en el 2008.
Los cantones azuayos también han sido motivo de su inspiración: Escribió la letra y música de Paute tierra de amor. Según él, para componer se requiere un estudio continuo y perfección en la técnica. En eso le han ayudado maestros como Leopoldo Yanzaguano, Arturo Vanegas y Carlos Ortiz.
Otra exponente de la capital azuaya es Janeth Alvarado, quien destaca en sus obras las tradiciones y festividades. Es conocida por su destreza en el piano y por sus composiciones que han sido interpretadas en Quito, Cuenca, Loja y otras ciudades del país. También en España.
Su primera obra fue Rondón, cuando tenía 20 años. Alvarado recuerda que sus inicios fueron composiciones académicas que realizaba con investigaciones profundas. En esta categoría están obras como Vanidad de vanidades y Letanía.
Esta cuencana en más de una ocasión se ha desvelado por su afán de investigar y mejorar su nivel compositivo, que tenga una estructura armónica y que guste a su público. Encontró que en las tradiciones cuencanas había historias e inspiraciones que debían ser contadas en la música.
De esta forma compuso una serie de temas denominada El tono del niño, que está basada en los poemas del escritor Oswaldo Encalada. Esas obras fueron presentadas en Buenos Aires el año pasado y estarán en un Festival Iberoamericano en Lima.
Alvarado, quien ha estudiado en el país y España, ha efectuado numerosas presentaciones. Es profesora del Conservatorio José María Rodríguez y de la Universidad de Cuenca. Estos temas han sido interpretados por la Sinfónica de Cuenca y reflejan el tradicional Pase del Niño Viajero.
Sus canciones también se vinculan con los niños, en especial en la ópera Jurúpi Encantado. Otra ópera está basada en las tradiciones de la Amazonía, en especial de la cultura shuar .
Para Alvarado, no es importante contabilizar el número de composiciones que tiene hasta el momento, sino que la música sirva para visualizar desde la sonoridad a Cuenca. Para que esto se cumpla -dice- es importante analizar obras de compositores como Francisco Paredes Herrera, quien es un ejemplo de las primeras creaciones y que marcó un estilo con el pasillo. Una influencia que pervive y se mezcla con la cotidianidad actual de la urbe austral.
Punto de vista / Medardo Caisabanda, Director de orquesta
Un nivel bajo en Cuenca
En la composición académica y tradicional hay una deuda en relación al número de producciones, porque en Cuenca el nivel compositivo es mínimo. Pocas creaciones han impactado o han sido interpretadas. En ese contexto diría frontalmente que la capacidad de composición en Ecuador y específicamente en Cuenca es limitada.
Otro problema es que hay un prejuicio porque las personas dicen que no viven de la composición. Esa justificación es superficial, porque se vuelve un círculo vicioso porque dicen no compongo porque no me representa un aporte económico. También es importante anotar que no hay instituciones o medios que difundan su obra ni la suficiente motivación. Al no existir un nivel compositivo amplio han sido contados los temas que ha interpretado la Sinfónica de Cuenca, de músicos de la ciudad. Entre ellos solo están Janeth Alvarado, Rafael Saula, José Luis Luna…