Édgar Palacios habló en el programa ‘El personaje’ de Ecuadoradio. Cuenta su trayectoria en el país y su trabajo con músicos con capacidades especiales.
¿Cómo debe mirar el poder político a la cultura?
El problema es que los gobiernos en general no tienen un gran concepto cultural. Conozco que el presidente Correa tiene mucho interés en la cultura lojana, pero más abajo no ayudan, no se puede hacer; no terminan.
¿Cómo le ve al país?Me encanta mi país y ahora le veo algunas cosas buenas, por ejemplo nuestra orquesta Sinamune. Hablé con Correa un día y le dije: “Presidente necesitamos unos nombramientos para chicos discapacitados y me dijo que hable con el Ministro de Educación”. Nos dieron cinco nombramientos. Nadie nos había parado bola 17 años antes en este sentido y este es un logro importantísimo en la educación.
¿Qué hace el maestro para que estos chicos especiales toquen un instrumento?
Es la magia y el desarrollo de la técnica. El desarrollo de la mente psicomotriz, de dos y tres tiempos. Los dos tiempos te llevan a la perfección de toda la actividad y combinar eso con cariño, con amor y con talento te lleva a la perfección total, a la felicidad.
¿Hay un talento innato en el país?Sí, lo que pasa es que no hay formación. Yo todavía tengo fuerza para servir un par de años, tienen que aprovecharme. Yo le digo al Ministerio de Cultura que no necesito que me paguen porque tengo mi premio Eugenio Espejo y ese me da una pensión, pero no me llaman porque no soy el hombre recomendando no se de quién. Creo que al gobierno actual hay que recomendarle que haga un proceso musical sin mirar el concepto político de nadie sino la calidad humana y la capacidad artística de la gente para que se pueda desarrollar el Ecuador porque esta, es una mina de músicos.
Luego de su niñez y su juventud ¿Cómo logró su viaje a Bucarest?
Cuando terminé el colegio yo necesitaba salir de Loja porque no había lo necesario para perfeccionarme. Era un cuasi analfabeto musical. Salió una propuesta y fui a Rumanía.
¿Qué tal la educación musical en Rumanía?
De primera. Mi profesor era compañero del profesor del Conservatorio de París, catalogado como el mejor profesor del mundo en ese entonces, Maurice André; cuando me oyó me dijo: ‘si tú regresas a Quito no vayas a la orquesta sinfónica porque te vas a perder…’
¿Y el idioma?
Aprendí e hice una petición al Consejo Universitario: les manifesté que no podía estudiar materias teóricas y políticas de adoctrinamiento respecto a la cuestión socialista porque eran difíciles por cuestión del idioma, tampoco he sido político y además me iban a quitar por lo menos tres horas diarias de estudio.
¿Le hicieron la concesión?
Sí y me felicitaron por ser una persona muy clara en el concepto. Otra de las cosas fantásticas de la escuela fue que desde el segundo semestre había práctica pedagógica. Aprendí 5 años y después de eso yo regresé de pedagogo. He enseñado a más de 1500 jóvenes en el país y por el Sinamune han pasado 700.
¿Usted se considera un hombre de izquierda?
Tengo un concepto socialista en el trabajo pero de educación musical. Lo que quiero decir es que en Rumanía aprendí a tener el concepto de lo que es la ética para llegar a ser profesional. No venderse por “tonteritas”.