Han pasado 11 años desde que el Museo de Arte Colonial de la Casa de la Cultura cerró sus puertas por la amenaza de que la casa en la que está montado se viniera abajo. La caída de ceniza del Guagua Pichincha, en 1999, la dejó maltrecha.
El jueves de la semana pasada este museo, uno de los más antiguos de la ciudad, volvió a abrir. La casa fue restaurada por el Fondo de Salvamento (Fonsal).La institución renovó los pisos, los tumbados, levantó de nuevo varias paredes y cavó para volver a edificar algunos cimientos. También construyó una cubierta translúcida sobre el patio.
Cuando se dio la voz de peligro, la colección, compuesta por 1550 piezas patrimoniales, de entre 100 y 400 años, fue trasladada a la sede de la Casa de la Cultura, norte de Quito. Allí los cuadros, las esculturas, las miniaturas, los ornamentos y las monedas fueron sometidos a un proceso de conservación que, según Carlos Yánez, director de Museos de la CCE, duró casi el mismo tiempo que se necesitó para restaurar la casa.
La crisis del Museo sirvió para que los funcionarios de la CCE se replanteen el sentido de la exposición. Para la reapertura, explica Verónica Muñoz, investigadora de la CCE y creadora del guión museográfico, se trabajó sobre la idea de acercar el mundo de la Colonia, y su relación con el arte, hacia el espectador.
Ni en las cédulas explicativas ni en su propia conversación Muñoz utiliza la palabra Colonia. Prefiere llamarla época Virreinal. La diferencia para ella es fundamental pues “una Colonia alude a un grupo humano que se traslada con sus propias costumbres y cultura hacia otro sitio. Pero no pasó en América Latina”.
Acá hubo otra cosa más compleja y tormentosa que se puede denominar de muchas maneras para darle enfoques positivos o no. El adjetivo virreinal se refiere más bien a la época en que “España creó y mantuvo virreinatos en América, no colonias”.
Para apuntalar la nueva museografía se realizó una selección entre toda la colección. Quedaron cerca de 500 piezas repartidas en 10 salas de exposición. Cada una alude a aspectos que grafican las relaciones entre el arte y la sociedad colonial.
Por ejemplo, existen aspectos como la idea de la identidad en las obras de arte. En esta sección se indican los detalles iconográficos que los artistas mestizos incluyeron tímidamente en sus obras para aludir a la geografía, la fauna, la ropa, las costumbres o los alimentos locales.
También se trata de la noción de autor que se tenía en la época. La mayoría de las piezas de la colección no lleva firma. Los especialistas asumen el siglo de procedencia de las obras a través de datos como el material de la pieza, el grado de trabajo en el dibujo y el color, los elementos visuales que se usan (lo que los entendidos llaman iconografía).
En esta parte se encuentran los tesoros de la muestra, pues hay cuadros de mediano y gran formatos firmados por o atribuidos a Andrés Sánchez Gallpe (un pintor indígena del siglo XVI), Miguel de Santiago (el artista quiteño más conocido, siglo XVII), Nicolás de Goríbar (siglos XVII y XVIII), Vicente Albán, Manuel Samaniego (siglo XVIII), José Cortés, Antonio Salas y Joaquín Pinto (siglo XIX).
También se pueden ver excepcionales esculturas de Bernardo de Legarda o de Manuel Chili Caspicara (ambos del s. XVIII).
Otros aspectos de la muestra es el ingreso y la influencia en la sociedad de las órdenes religiosas, las creaciones propias del sincretismo mestizo, las monedas, las cerraduras, las llaves de la época, entre otras. Al final se ha adecuado una sala interactiva con juegos y recursos didácticos.