La concepción del mundo y de las relaciones que tiene el individuo con él constituyen una cosmovisión. Todas las sociedades y culturas tienen una, así lo explica Inti Raymi Cartuche, sentado, con el sol a sus espaldas, junto a una ventana del Kichwa Estudio, en Quito. Viste el pantalón símbolo de los saraguros.
Él es antropólogo y maestro de kichwa. La explicación con la que inicia antecede a una breve inmersión en las culturas andinas y a una descripción general de la cosmovisión kichwa.
La paridad -dice- es uno de sus principios, es decir que todo lo que se presenta en la realidad o en la vida se evidencia en pares. Lo más cercano es el varón y la mujer, el sol y la luna; pero pueden ser piedras o cerros. Ambos se integran para alcanzar la unidad, pues la complementariedad es otro precepto.
Como un poncho, así mira Cartuche a un tercer principio: la relacionabilidad. Como el tejido que lo arma, todo en el mundo está conectado y son necesarios entre sí: los seres humanos, la naturaleza, lo sagrado. Además, todo ello está en movimiento, es dinámico, cambia…
La totalidad de este conocimiento no se categoriza como filosofía, pues este término es una construcción de la modernidad occidental. “Una idea eurocéntrica” que más bien ha ubicado este pensamiento en el marco del folclor, de lo exótico, de lo costumbrista; tomando fragmentos para verlos desde la moral, el gusto o el resultado estético. “Como poner el Sumak Kawsay en la Constitución y nada más, sin contexto. Eso limita y transforma nuestra cosmovisión”, señala Cartuche.
A pesar de ello, la cosmovisión kichwa no es excluyente con otras, sino que busca dialogar con ellas. La convivencia o la posible confrontación depende de las condiciones históricas, políticas, sociales, económicas; de la mediación del poder.
Acaso por ello, la presencia de este pensamiento y el idioma que lo expresa se ha revalorizado desde los procesos de lucha y organización indígena. En la actualidad, el antropólogo saraguro, considera que esta manera de concebir y de relacionarse con el mundo no es una solución a la crisis, pero sí una alternativa en una sociedad de consumo. Asimismo, dice que ellos no se han cerrado a lo occidental, a las tecnologías, a las manifestaciones culturales de los no indígenas.
La descolonización, cuando está bien direccionada, es una herramienta para la reinvidicación de las expresiones kichwas. Pero esta -aclara Cartuche- no implica el rechazo a la otra vertiente del mestizo. “El proceso de descolonización es reconocer a la parte que ha sido negada, la indígena, pero no enterrar la parte hispana, al resultado histórico” y también “implica una deconstrucción del imaginario para identificar de dónde provengo y analizar las construcciones creadas desde del poder. Es poner las cosas en su sitio”. Eso intenta el Kichwa Estudio con los cursos de su idioma y su cosmovisión. Las clases empiezan mañana.