Han transcurrido 13 años desde que el 26 de enero del 2001, el cantón Cañar fue declarado Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador. Era el reconocimiento a la cantidad de sitios con riqueza patrimonial asentados en su territorio. Sin embargo, la declaratoria no ha resultado necesariamente en un mejoramiento del estado de esos bienes arqueológicos, cuyo manejo aún requiere algunas mejorías.
Entre los sitios que sustentaron la declaratoria están la laguna de Culebrillas, Zhungomarca, Coyoctor, Suicay, Ingapirca, Nuñoloma, Yanacauri, Pinzhul y Narrío. Este último se encuentra a cinco minutos del centro de Cañar, en un cerro de fácil acceso, pero en el que no existe un solo letrero de información, tampoco hay senderos establecidos ni se controla al ganado que pasta cerca. La antigüedad del sitio, que fue un cementerio cañari, es de 4 500 años (pues data del 2500 a. C.).
El investigador y arqueólogo cañarense Mario Garzón ha subido innumerables veces al cerro y el viernes pasado lo volvió hacer. Según él, en 1922 Narrío adquirió fama porque el alemán Max Uhle realizó un hallazgo casual de objetos de oro, plata, cobre, concha spondylus, cerámica y piedra. Garzón señala que ese fue el detonante para que investigadores como Donald Collier y John Murra realizaran las primeras excavaciones y determinaran que desde Narrío se comercializaron spondylus con la Costa ecuatoriana y el norte de Perú.
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Garzón lamenta que el sitio esté descuidado, que no haya señalética ni guías que cuenten que en este lugar se originaron los Cañaris. Además, señala que es importante que exista un plan de difusión sobre el papel que cumplieron las poblaciones Tacalshapas y Cazhaloma en cerro Narrío.
La cerámica de la segunda, por ejemplo, según el historiador y cronista vitalicio de Cuenca, Juan Cordero, es de una calidad excepcional. Por eso aboga por un estímulo más decidido al turismo cultural, que permita valorar las culturas aborígenes, porque son “el cimiento de la identidad ecuatoriana”.
Cordero agrega que la declaratoria ha servido para que se visualice los sitios arqueológicos, pero las políticas de intervención son poco efectivas.
Con ese criterio coincide Garzón al señalar que Narrío, Coyoctor, Culebrillas, Suicay, Ingapirca, Nuñoloma, Yanacauri y Pinzhul no tienen planes de intervención ni proyectos de investigación. “Es una declaratoria de nombre”.
Según Garzón, el único sitio que ha tenido atención desde la declaratoria y a través de diferentes proyectos es el complejo arqueológico de Ingapirca.
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Para Catalina Tello, quien está al frente de este centro, la declaratoria de Cañar Capital Arqueológica debe ser un incentivo para que las autoridades locales generen proyectos y gestionen intervenciones ante el Ministerio de Cultura y Patrimonio.
A esta propuesta el alcalde de Cañar, Belisario Chimborazo, responde que no pueden generar propuestas para precautelar estos sitios porque el Instituto Nacional de Patrimonio tiene la competencia. Uno de los pocos proyectos generados el año pasado en el centro de Cañar fue el museo de la Cultura Cañari Padre Víctor Vázquez, que funciona desde hace seis meses.
En dos salas se recreó la vida en Narrío: la fabricación de piezas de cerámica y adobes para construir casas, sus cocinas, el cementerio. Una pieza singular es un cráneo encontrado en la zona de General Morales, que determina que los cañaris realizaron deformaciones craneales, a través de las cuales se distinguían jerárquicamente.
Otra iniciativa en marcha, a cargo del Municipio de Cañar, es la construcción del parque Guantug, que está junto al museo, y muestra el material bélico de los cañaris: ondas, hachas, boleadoras…
María Arévalo, directora (e) del Instituto de Patrimonio Cultural en el Austro, reconoce que este año no se asignaron fondos para la recuperación de zonas arqueológicas en Cañar, solo se avanzó en la delimitación de estos sitios y está por culminar un diagnóstico.
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