Todo acelera. Estoy en la entrada principal de la Universidad Católica y espero a que sean las diez. César Carrión me ha dicho que dispone de solo una hora. Ayer, cuando lo visité por primera vez, a las 9am, llovía. Hoy es un día más fresco y las personas caminan más rápido, sin pereza, aparentemente despiertas.
Lo encuentro trabajando, en una de las oficinas del cuarto piso del edificio donde funciona la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la PUCE. Me está esperando. Son las 10 y 15. Todo está listo. Sólo recuerdo rápidamente alguna didascalia de ‘Limalla Babélica’, reviso algún poema de ‘Cinco maneras de armar un travesti’ y preparo la grabadora.
“¿Para qué escribimos nuevamente la crónica de la noche triste, si fue dichosa?” Alcanzo a oír esta frase en medio del extenso poema dedicado al personaje más estático de Hamlet; la calavera que sostiene mientras declama su monólogo: ‘Yorick’, el bufón preferido de la infancia del héroe trágico. César Carrión continúa el soliloquio haciendo una versión propia en la que monologa intensamente, encarnando a Hamlet en su dolor por la pérdida de su amado compañero.
[[OBJECT]]
Yo pego el oído. Hablamos un poco más sobre el poema. Luego de la primera grabación, sin mucho descanso, continúa con ‘Didáctica elegía o hematoma pueril’, cuyo bellísimo final anula el color rosáceo y sanguinolento de la primera imagen.
[[OBJECT]]
Faltan quince minutos para las diez. Debe irse y aún falta un poema. Se toma un tiempo y elige un fragmento de ‘Apología Matinal’, entre los textos gráficos de ‘Cinco maneras de armar un travesti’. Lo lee y tiene que irse. Descendemos hasta el primer piso, donde se despide. Afuera, miro los charcos con reflejos de la joven mañana.
[[OBJECT]]