Extraño, raro, peculiar, diferente, singular… En la actualidad hablar de teoría queer es entablar un diálogo sobre algo que tiene varias lecturas e interpretaciones. Pero luego de conversar con Andrea Rodríguez, Fernando Núñez y Alejandro Guerra, tres teóricos en la rama, hay una cosa que podría unir a los distintos puntos de vista: una reacción a las convenciones socialmente establecidas.
El acercarse a estos expertos en el área tiene una razón: Quito fue en días pasados el punto de encuentro de teóricos queer. En esta cita, literatura, educación y política fueron los puntos sobre los cuales debatieron varias de las mesas de diálogo. Pero ¿y el arte? ¿Acaso se puede hablar que en Ecuador los seguidores de esta teoría logren consensuar propuestas en materia artística?
Existe otra excusa para hablar de arte queer. Como parte del Festival de Cine GLBTI El Lugar sin límites, en el Centro de Arte Contemporáneo se encuentra montada una muestra con obras de artistas de esta comunidad.
Desde su florecimiento a finales de los sesenta, lo queer, como teoría, ha sido tomado por los colectivos GLBTI de todo el planeta. “Uno de sus principios es que las personas son producto de una construcción social alejada de roles biológicamente establecidos”, explica Núñez.
Es en este proceso de construcción de identidades en el que se establece el diálogo sobre si el arte que se realiza en Ecuador tiene en sí un cierto acercamiento con lo que promulga lo queer. Y, según estos tres expertos, esto es “desgraciadamente incomprendido”.
La primera voz es la de Guerra. Como parte de sus investigaciones de posgrado, él ha tratado lo queer en el movimiento pictórico caribeño. Uno de los referentes de los que habla es del surrealista Francisco Oller con su pintura La escuela del Maestro Rafael.
“En esta obra se puede mirar los alcances de lo que realmente es lo queer. Aún cuando es anterior al génesis del movimiento, el trabajo de Oller es contestatario, quiere romper paradigmas, y todo eso lo hace desde un lenguaje ambiguo”, subraya. Para él, la riqueza del arte queer es su capacidad, como ningún otro movimiento, de poder transgredir la norma social con ambigüedades.
Sobre esta misma obra, Rodríguez, historiadora del arte, señala que lo interesante es la capacidad del artista de decirlo todo, pero solo para el ojo crítico.
“De repente tienes a un maestro de color, dictando clases a blancos y negros en un espacio religioso, con un niño blanco llorando en una pierna y otro de pie intentando aprender algo”. Para ella, esto es lo queer: un “coming out” (salida, en término de visualización) de realidades restringidas.
Al recordar esta obra, Rodríguez puntualiza que lo que en Ecuador se entiende por arte queer es un concepto ajeno al real. “Acá se comprende que lo queer es gay. Esto es una limitante ya que impide que la obra sea multidireccional y la enclaustra en una sola interpretación”.
Núñez, por su parte, es mucho más enérgico al momento de hablar de un arte queer ecuatoriano. “Tal categoría no existe acá por el miedo a transgredir lo que los supuestos maestros de la plástica nacional promulgan: una lucha de las minorías con obras en los que ellos aparecen con rostros llenos de ira y sufrimiento”, apunta. El antropólogo explica que para entender lo que significa este movimiento artístico, una de las obras referente de los últimos años es ‘Sin título [Agua]’, del cubano Félix González Torres.
El montaje del cubano se trata de una cortina traslúcida cuya finalidad es separar el interior de una sala del exterior. Núñez afirma que el concepto tras la obra es netamente queer al momento de hacer visible la inutilidad de crear barreras para entender procesos. “Pero ‘bah’, acá los artistas con una tendencia homosexual piensan que son queer cuando hacen visibles sus opciones, dejando de lado la capacidad reflexiva del espectador”.
Christian Proaño, artista de El lugar sin límites, opina algo similar a los tres teóricos. Para él, Ecuador es un espacio virgen para propuestas de corte queer. Es por eso que en el cartel ‘La Lección’ solo quiere transmitir una narración de un experiencia sexual.
Así, del encuentro con los expertos, la conclusión es que “Ecuador no entiende lo que es el arte queer”, como dice Guerra.
Queer: Es la transgresión de los roles establecidos social y sexualmente. Según Pedro Artieda, investigador y escritor, es una categoría que visibiliza los márgenes de la sociedad contemporánea.