Hace 50 años en la Alianza Francesa, que en ese entonces se ubicaba en la Plaza del Teatro, Galo Duque presentó su primera exposición pictórica. Este año, en que se conmemora un aniversario más del inicio de su carrera artística, el pintor ecuatoriano inauguró ‘Fragmentos y Catarsis’, una muestra con más de 500 obras ubicadas a lo largo y ancho de las actuales instalaciones de la institución que lo viera nacer como pintor.
Esa primera exhibición, en el año 1964, fue el impulso que necesitó ‘Olág-Rácso’ -seudónimo con el que Duque firma sus obras- para decidirse por la pintura, por el arte, como forma de vida. Según dice, nunca le interesó pertenecer a ningún tipo de círculo artístico, por eso su carrera se consolidó a punta de esmero y estudio.
Esa preparación como artista lo ha llevado también a dar clases de pintura en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, experiencia que lo indujo a experimentar con diferentes técnicas como: puntillismo, grabado, dibujo, lápices suaves, esfero, etc. Estas técnicas, dice, “se van perdiendo con los avances de la tecnología”.
En ‘Fragmentos y Catarsis’ nos encontramos ante un universo de figuras que utilizan la metáfora visual para relacionar a la mujer con la naturaleza, al sexo de la mujer con la fertilidad, con la Pacha Mama. Si hay una palabra que defina la obra de Duque es ‘erótica’, ese erotismo que atraviesa a quien observa una pintura como lo hace el arte, y que a pesar del impacto visual que podría representar, no llega a ser morboso porque como dice ‘Olág-Rácso’: “Todos los seres vivos somos eróticos, solo los seres humanos somos morbosos”.
El nombre de la exposición ‘Fragmentos y Catarsis’ tiene que ver con los trabajos en miniatura que presenta Duque. Pequeñas obras que, sin embargo, se vuelven infinitas al contemplarlas, al interpretarlas. A la palabra catarsis los antiguos griegos la entendían como la purificación emotiva a través de la obra de arte; y es quizá esto lo que logra ‘Olág Rácso’ en sus pinturas, que más allá de la interpretación que puedan tener, son obras que elevan la figura de la mujer, devolviéndola a su lugar de origen: la naturaleza.