Analogías entre Pizarnik y Dávila Andrade

César Dávila Andrade desempeñó trabajos como escritor, periodista y poeta. vicente costales / el comercio

César Dávila Andrade desempeñó trabajos como escritor, periodista y poeta. vicente costales / el comercio

Hablar de Alejandra Pizarnik y de César Dávila Andrade es hacerlo de dos figuras referentes de literatura latinoamericana. Cada uno cultivó un estilo muy íntimo e irrepetible. ¿Pero qué tienen en común estos dos escritores? El poeta ecuatoriano Vicente Robalino responde esta duda en su libro 'Experiencias del exilio en Alejandra Pizarnik y César Dávila Andrade'. La obra explora el universo literario de estos poetas, su constante búsqueda de la muerte como única vía para la felicidad, y la poesía como espacio de exilio permanente ante la incomprensión de un mundo al que no sienten pertenecer.

Robalino encuentra similar la forma cómo los dos escritores recurren a la poesía para escapar de la realidad. Pizarnik y Dávila Andrade, argentina y ecuatoriano respectivamente, fueron dos personajes distanciados por la geografía pero cercanos por el momento poético del que participaron: la poesía conversacional y la antipoesía.

Con la poesía conversacional se identifican escritores como Juan Gelman, Emilio Pacheco, Blanca Varela, etc. Autores que hicieron de la situación sociopolítica de los sesenta un motivo para su poesía y del habla cotidiana, su lenguaje poético. De la antipoesía, que se relaciona directamente con la conversacional al utilizar las mismas situaciones político-sociales para ridiculizar la realidad, su máximo referente es el poeta chileno Nicanor Parra.

Robalino ubica entre estas dos líneas a Pizarnik y Dávila Andrade. Según el autor: "tanto en la poética de Alejandra como en la de Dávila Andrade persiste la intención de hacer del lenguaje un acto de profecía; y del poeta, un profeta".

La influencia de la poesía conversacional en Dávila Andrade se demuestra en obras como 'Boletín y elegía de las mitas' o 'Arco de instantes', poemarios en los que el autor exterioriza su incomprensión y sufrimiento hacia el maltrato del indígena. Palabras como "...Padecí todo el Cristo de mi raza en Tixán, en Saucay, en Molleturo, en Cojitambo, en Tavavela y Zhoray. Añadí así más blancura y dolor a la Cruz que trujeron mis verdugos…" demuestran la sensibilidad del poeta ante temas relacionados con la discriminación.

Esta sensibilización del poeta ecuatoriano es destacada, por ejemplo, por el crítico literario Jorge Dávila Vásquez, quien en su ensayo 'César Dávila Andrade: Combate político y suicidio' menciona la influencia que ejerció esa suerte de muerte colectiva que significó la explotación indígena en la poesía de César Dávila Andrade.

En Pizarnik, la situación sociopolítica de su país no es motivo para su escritura. Pero hay otra cosa que la sensibiliza: el desencanto por el mundo moderno, donde lo material carcome lo intelectual. Esto es notorio en su poesía y también en los 'Diarios' y 'Cartas' de la autora, libros publicados luego de su muerte (1972), donde hay versos como este: "El horror de habitarme, de ser -qué extraño- mi huésped, mi pasajera, mi lugar de exilio".

Según su biógrafa -y quizás su lectora más acérrima- la escritora argentina Cristina Piña, Pizarnik nunca estuvo satisfecha de lo que hacía, y eso era notorio por su inestabilidad. No pudo sentirse bien en ninguna parte: vivió cuatro años en París, ciudad a la que se fue sin ánimos de volver a su natal Argentina; después de este tiempo, y a pesar de estar en el país que siempre añoró por su tradición cultural, regresó a Argentina como siempre, inconforme con su existencia.

La inconformidad es, entonces, un factor detonante para que estos poetas estén siempre buscando un sentido a sus vidas, búsqueda que realizaron a través de la escritura. Pero Vicente Robalino va más allá y encuentra que la verdadera similitud entre los escritores está en la marginalidad. Con esto, Robalino se refiere a esa autoexclusión de los poetas por participar o identificarse con cualquier grupo político o intelectual.

Y es lo marginal de sus vidas lo que los hizo buscar la muerte como acto de redención. Tanto el ecuatoriano como la argentina se suicidaron en 1967 y 1972, respectivamente, inconformes con lo que habían realizado hasta ese momento. Para Vicente Robalino, ese trágico final que tuvieron ambos escritores es "el fin que buscaron siempre en sus poesías; pero de ellos siempre quedará el recuerdo de la pequeña olvidada por todos, como se autodefine Pizarnik en sus 'Diarios', y del poeta que busca andar todo el camino a pie, como lo fue César Dávila Andrade".

Vicente Robalino es escritor y catedrático ecuatoriano. Ha realizado estudios doctorales en literatura y letras en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y en la Universidad Nacional Autónoma de México.

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