El guambra sudaba copiosamente. Mientras sus compañeros del primer año del Colegio Mejía apenas se sentían sofocados con los solazos ecuatoriales, Miguel Ángel Cevallos sudaba peor que tapa de olla; más que testigo falso.
Ese sudor, mezclado con el polvo que abundaba en las calles y plazas quiteñas de la época de los treinta, adquiría la consistencia grasosa de la mapahuira (manteca de cerdo de tono oscuro por los residuos de fritada).
Esa característica física fue para sus amigotes, maestros en poner apodos y remoquetes, un pretexto para su creatividad. Entonces, Miguel Ángel perdió sus nombres y fue rebautizado -y confirmado- como el Mapahuira Cevallos.
Y así se quedó hasta ahora, cuando con sus 89 años a cuestas y un sinfín de achaques propios de la edad y de su vida azarosa, ya se siente cerca de su ocaso.
Es más, pragmático, pícaro, oportunista y egocéntrico (como todo chulla quiteño auténtico), Miguel Ángel le sacó todo el provecho que pudo a su apodo, hasta volverlo legendario.
Todo ese largo trayecto de vida, todas esas vivencias que se sucedieron como en una montaña rusa –de la pobreza más cruel a la riqueza más opulenta– se acaban de plasmar en un delicioso libro editado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio y escrito por el habiloso Pablo Cuvi, otro maestro, pero en hurgar en la vida de sus entrevistados para esculcarles la memoria y hasta el alma.
Y como Miguel Ángel posee, hasta ahora, una memoria de ‘nerd’, la lengua de abogado laboral (su profesión real) y la sagacidad de un hábil político (que también fue), Cuvi lo que hizo fue soltar el hilo del carrete y… Miguel Ángel se encargó de desenredar todo el ovillo.
Y eso es lo que es ‘Mapahuira Cevallos: el poder de la memoria’, el libro en cuestión, una entrevista de 290 páginas en la cual el ‘Mapa’ rompe con todas su reticencias ideológicas, sociales y personales; y desgrana sus verdades presentándolas sin ropajes ni maquillajes: tal como son.
La pluma certera y ágil de Pablo Cuvi pone el resto y ambos diagraman una entrevista lúcida y entretenida, que atrapa al lector desde el inicio y no lo suelta sino en la página 290.
El ínterin es una valiosa radiografía del quehacer quiteño y ecuatoriano comprendido entre 1922 (nacimiento de Cevallos) y estos días; es un registro de las luchas económicas, ideológicas y políticas del Mapahuira –socialista convencido– y también de sus batallas de alcoba que, como todo chulla quiteño que se precie, también las tuvo… y bastantes.
Un testimonio en el cual no faltan las amistades de toda la vida, como Rodrigo Borja Cevallos, las interminables aunque pocas noches en el ‘Infiernillo’ del panóptico ni las noches de desenfreno, como las que tenía su gallada con la bella y legendaria Luz Landines, más conocida como La Linares, recreada en la novela homónima de Iván Égüez.
El texto es un registro fidedigno de una de las personalidades más carismáticas que ha tenido el Quito de todos los tiempos. De alguien que le puso visos de realidad a ese refrán que afirma de una persona que es ‘siete oficios y 14 necesidades’. Porque el ‘Mapa’ hizo de todo y de todo salió airoso.
En fin, ‘Mapahuira Cevallos: el poder de la memoria’, es un libro con mucha sal, pimienta y pólvora de la buena.
Personas con carisma
Pablo Cuvi es escritor, fotógrafo y viajero empedernido. Nació en Quito el 11 de junio de 1949. Ha ganado varios premios de periodismo.
Miguel Ángel Cevallos ha sido político, funcionario público, profesor del Colegio Mejía, catedrático universitario, empresario, abogado laboral…