Algunos pesan hasta 50 libras. Por eso, cuando Kerly Veloz se acercó a uno por primera vez -a sus 9 años- le pareció un gigante de curvas de madera. “Mis padres querían que aprendiera violín. Pero cuando lo vi me dio curiosidad; y más cuando supe que pocas mujeres eran contrabajistas, porque dicen que las mujeres no tenemos mucha fuerza en los dedos”.
Desafiante, la adolescente de 13 años es ahora la contrabajista de la Orquesta Sinfónica Infanto-Juvenil del Guasmo, que nació en el Centro de Expresión Musical (CEM) de la Fundación Huancavilca, en el Guasmo Sur de Guayaquil.
El lunes, frente a un espejo en el estudio de ensayos, Kerly improvisó una melodía. En el piso, tres contrabajos acostados y otros tres de pie junto a la pared eran su público.
Ella es parte de la segunda generación de la orquesta, conformada por 38 niños -de 7 a 16 años- que viven en el Guasmo, La Prosperina y otros sectores marginales de la ciudad.
El talento no discrimina. Así lo cree Viviana Almeida, directora ejecutiva de Fundación Huancavilca. “Hemos cambiado vidas. Antes se pensaba que en el Guasmo solo había delincuencia… Aquí rompimos el paradigma de pensar que el arte es solo para las élites”.
[[OBJECT]]
Por estos días la fundación cumple 21 años. No recibe recursos fijos del Estado. Su principal fuente es la autogestión. Con danza, deportes, emprendimientos y música, han llegado a más de 9 000 beneficiarios y solo su Orquesta Sinfónica ha vinculado a lo largo del tiempo a unos 400 chicos.
Para Samuel Villafuerte, la pasión por el contrabajo cambió su vida. Pasaba horas junto a él, a veces de 09:00 hasta las 17:00. “Tenía problemas en casa y la música fue un refugio”.
A los 17 años llegó al CEM, cuando este recién abría sus puertas. Y conquistó a su maestro Ignacio Varela entonando una salsa. Al poco tiempo entró y fue parte de Orquesta Sinfónica del Guasmo. A sus 28 años, ahora se apasiona por compositores como Ludwig van Beethoven, Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart… “Toda mi vida la he pasado en el Guasmo. Y es motivante para un muchacho de un sector como este poder tocar en el Lincoln Center, en Estados Unidos; estar en Cuba, en Perú, en Italia, en España. Yo creo que Dios y esta fundación me permitieron vivirlo”.
En la actualidad, Samuel es maestro de Kerly. La jovencita quiere forjar su propia trayectoria en la música, aunque su instrumento, en ocasiones, sea rebelde. “Cuando toco por mucho tiempo me salen ampollas en los dedos. Pero no dejo de tocar, hasta cuando me sangran… Algún día sé que se me harán callos y ya no tendré problemas”.