La iniciativa de construir un diccionario de americanismos (voz, acepción o giro propio de los pueblos americanos de habla española), data desde finales del siglo XIX, cuando se constituyeron las ocho primeras academias americanas de la lengua española, entre las que se incluyó la del Ecuador.
Situaciones políticas, limitadas posibilidades de comunicación o deficiencias informativas aletargaron la construcción de dicha obra léxica. Ahora son un total de 22 instituciones asociadas.Con ese número y tras congresos de lexicógrafos realizados en la región, desde los años 90, se aprobó por unanimidad el proyecto. Una labor panhispánica dio como resultado, el primer Diccionario de americanismos, editado bajo el sello Santillana y cuya impresión tuvo el respaldo económico de Repsol YPF.
En el Ecuador están disponibles 500 ejemplares, en Mr. Books, LibroExpress, Librería Española y Rayuela. Su costo es de USD 75. Mañana será su lanzamiento, a las 12:00, en la Fundación Guayasamín.
Según explica Susana Cordero de Espinosa, académica coordinadora de este trabajo en Ecuador, un equipo de lexicógrafos españoles e hispanoamericanos logró reunir en un solo programa informático, llamado Aru (‘lengua’, en aimara), más de 150 diccionarios de americanismos, entre los cuales se encuentra ‘El habla del Ecuador’, de Carlos Joaquín Córdova. “Una vez reunido este enorme material de todos los países americanos, se realizó, letra por letra, una especie de ‘vaciado’, y se enviaron por orden alfabético todos los términos y sus definiciones a las Academias americanas para su reconocimiento y trabajo”.
Esa labor, en Ecuador, fue hecha por seis becarios, entre los que se hallaba Yanko Molina. Él ve en este proyecto un intento por romper cualquier dejo de colonialismo, pero considera que por factores prácticos fue mejor que el trabajo se centralice en España, tanto por la infraestructura y el presupuesto, como por los bancos de léxico panhispánico que posee la Real Academia Española .
Esthela Flores, otra becaria, recuerda la metodología de trabajo: les enviaban los términos escogidos y ellos contrastaban con la Internet, con documentos en bibliotecas y con los resultados de investigaciones sobre la frecuencia de uso de los términos, con informantes y visitas.
Para ella, la publicación puede alcanzar varios usos. En su caso, el Diccionario ayuda a los extranjeros a entender las diferencias entre las palabras usadas en cada región. Asimismo, considera que esta obra fomenta las relaciones linguísticas entre los países de América Latina.
Para Yanko Molina esta obra es importante pues parte de un trabajo científico, en conjunto. “Se trata de un diccionario en el cual confiar. Cada ecuatorianismo fue validado en Ecuador, tiene marcas que ayudan a saber en qué contexto, región o grupo social son utilizados”.
Para Cordero, esta publicación es un acontecimiento cultural. “Es una obra que unifica y permite distinguirse y reconocerse entre sí a los países de habla española”. Asimismo, ve en ella la creación de un espacio extraordinario de riqueza cultural, idiomática e idiosincrásica, pues las peculiaridades dialectales de 20 países se reúnen en 2 500 páginas, con más de 60 000 términos (entre los que se encuentren alrededor de 15 000 ecuatorianismos) y 200 000 acepciones.