El hombre que escuchaba alegremente, junto a su esposa, cantar ‘Ni el clavel ni la rosa’ a Leonardo Favio; el que tenía una manía por que la peinilla siempre quedase del lado derecho de la peinadora y la loción al centro; el que muy temprano se propuso iniciar una revolución sin armas por una sociedad más justa… El hombre que nació el 19 de septiembre de 1912 en Sua (Esmeraldas) y que logró inscribir su nombre en la historia de la literatura ecuatoriana: Nelson Estupiñán Bass.
Todos estos detalles hablan del Estupiñán humano atesorado en la memoria de su esposa, Argentina Chiriboga, cuyo testimonio está recogido en Tierra Verde, publicación del Núcleo de Esmeraldas de la Casa de Cultura. Esta revista, la número 11, publicada a inicios de septiembre, está dedicada íntegramente a Estupiñán y cuenta con textos de Juan Montaño, Hernán Rodríguez Castelo, José Sosa, Yolanda Montalvo, entre otros. La propuesta es abordar al personaje desde varios ámbitos.
Narrador, poeta, ensayista… Estupiñán irrumpió en la escena literaria y política del Ecuador en 1950, al publicar ‘Cuando los guayacanes florecían’; antes, como registra Efrén Avilés Pino en Enciclopedia del Ecuador, había publicado sus poemas ‘Anúteba’ y ‘Canto a la Negra Quinceañera’ en el diario La Tierra, de Quito. El escritor esmeraldeño hizo en la capital sus estudios secundarios (en la Escuela Superior Juan Montalvo), y tempranamente se vinculó a los círculos intelectuales que militaban, mayoritariamente, en el partido socialista.
Su obra, en narrativa y lírica, ha sido ampliamente estudiada fuera del país, sobre todo en Estados Unidos, donde precisamente estaba dando un ciclo de conferencias, cuando falleció en Pensilvania el 2002.
“Don Nelson Estupiñán Bass -diceJuan Montaño- es el cronista papá de quienes quieran contar el mágico realismo del mundo urbano de cualquier ciudad de este y otros trópicos (…)”.