El Ébano está en la ribera del Toachi, en Santo Domingo de los Tsáchilas. Una colonia de afros habita en la zona. Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
Los afrodescendientes que migraron desde otras regiones hacia Santo Domingo buscaron lugares que se asemejen a sus territorios natales para conservar sus tradiciones.
El apego que tienen por los recursos naturales los movilizó, por ejemplo, a poblar zonas cercanas a las riberas de esta provincia. Y fue así como la orilla del río Toachi se pobló de numerosas colonias afros que con los años se constituyeron en las primeras habitadas por familias de este pueblo.
Para Gilberto Vernaza todo empezó hace 25 años, cuando junto con cinco familias de su natal Esmeraldas llegó a El Ébano, ubicado en la ribera del Toachi, en la vía a Las Mercedes. Él es oriundo del cantón San Lorenzo y en esos años migró a la capital en busca de una oportunidad laboral distinta a la pesca y a la agricultura.
En Quito no se concretó su aspiración, pero meses después supo que un político santodomingueño buscaba apoyo popular para incursionar en la gestión local de esta ciudad.
Así se involucró al grupo proselitista del extinto Ramiro Gallo, quien años después se convirtió en alcalde de Santo Domingo (1992-1996). Vernaza recuerda que como compensación al apoyo se les otorgó el territorio de lo que ahora es El Ébano.
Allí ahora viven unas 300 familias afrodescendientes que hacen que su cotidianidad se mantenga, pese a que están en un territorio lejano al que los vio nacer. Los bailes de la marimba, los cuentos tradicionales transmitidos a través de la tradición oral y la comida típica aún son costumbres que se practican entre las nuevas generaciones y los ancestros.
El presidente de la Asociación Mayoritaria de Afros en Santo Domingo, Cayetano Tenorio, dice que las condiciones de los territorios de su pueblo no son las más óptimas, pero al menos hay espacios que les permiten ejercer sus prácticas ancestrales. Estar cerca al río Toachi los motiva a pescar y navegar en pequeñas lanchas.
De la cercanía con los ríos, Jorge Torres añora la tradición que le inculcaron sus padres para buscar en las bondades de la naturaleza los alimentos para subsistir. Los fines de semana sale de pesca junto con su esposa, Olga Borja.
El afluente muchas veces está correntoso, pero eso no impide que esta familia al menos haga uso de la caña de pescar.
En estos 25 años de existencia de El Ébano, los afros tratan de sobrellevar su día a día con los cambios impuestos por la modernización cultural.
El dirigente Cayetano Tenorio asegura que está en marcha un plan para implementar una escuela de marimba.
La finalidad es que los niños del lugar aprendan las técnicas ancestrales de esta danza y también para que incursionen en el uso del bombo, la marimba y el guasá. Otra iniciativa que toma forma es un convenio con una escuela de fútbol.
En El Ébano hay una cancha que se repleta de niños que practican este deporte. Los futbolistas referentes de su pueblo son una motivación.