La infección vaginal o vulvovaginitis es la colonización de microorganismos en los genitales femeninos. Se caracteriza por la baja de defensas en la vagina (estrógenos). Entre los 8 y 9 años los niveles de estrógenos se reducen considerablemente.
Para Fernando Villacrés, ginecólogo y profesor de obstetricia de la Universidad Católica, las vulvovaginitis no se producen solo por contacto sexual. “Si nosotros estamos frente a una infección vaginal en una mujer adulta casi siempre es por contagio sexual y merece un tratamiento aparte”, precisa.
En el caso de las niñas, las bacterias como la gardnerella vaginalis ó la escherichia colly son causantes de infecciones. Debido a que se produce una alteración de la flora bacteriana de la vagina. La secreción, que tiene mal olor y una tonalidad amarillenta, alerta de la presencia de estos microorganismos.
En febrero de este año, una estudiante del quinto de básica de la Escuela Fiscal de Niñas Abraham Lincoln, de 578 alumnas, presentó una infección bacteriana, según confirma el médico del plantel, Jorge Pozo.
“Con las pastillas que me dio el doctor ya estoy bien”, cuenta la niña de 9 años.
Desde septiembre de 2009 hasta marzo de 2010, en la Abraham Lincoln se han registrado 25 casos de estudiantes enfermas. “Las infecciones vaginales son el tercer motivo de consulta de las atenciones en general”, dice el doctor del plantel, ubicado en El Inca.
Los parásitos también provocan alteraciones en la zona genital. Los más comunes son los oxiuros. Estos gusanos se localizan en la región anal y causan picazón o prurito. Las infecciones, además, pueden ser por virus.
Tanto las bacterias, parásitos y virus se desarrollan por una higiene inadecuada. “Cuando las niñas usan el baño deben limpiarse de adelante hacia atrás. Pero cuando la mamita no está no toman en cuenta tal recomendación. De esta forma se puede acarrear bacterias desde el ano hasta la vagina”, explica la pediatra Mery Polo.
La médica subraya que otro de los mecanismos de contagio de vulvovaginitis es el uso de inodoros siempre que exista contacto directo con los genitales. Generalmente estos casos se detectan en escuelas con exceso de estudiantes. Por ejemplo, en la Escuela Fiscal de Niñas Virginia Larenas, en el sur de Quito, cerca de 176 de las 1 020 alumnas presentan problemas de infección vaginal y de vías urinarias.
“No tenemos un doctor para que las chequee, pese a que existe la infraestructura y el equipo necesario. He realizado los trámites en el Ministerio sin tener eco”, señala Bolívar Bolaños, director. Una de las 176 niñas de la Virginia Larenas que tiene síntomas de vulvovaginitis cuenta su molestia. “Me baja una secreción amarilla de mal olor y mancha mi interior. Me duele el vientre”. En la casa de la niña, de 11 años, 14 personas utilizan el mismo baño. El médico Jorge Pozo explica que el hacinamiento provoca descuido en el aseo.
Hay casos incluso de niñas que se automedican. “Tomé una aspirina porque me dolía el vientre y tenía dolor en mis partes íntimas”, relata otra pequeña.
Cuando los padres sospechen que su hija tiene una infección deben llevarla al pediatra. “Es mejor no enfrentarlas al ginecólogo, porque cuando recibe un tratamiento mediante un examen ginecológico es traumatizante”, anota Villacrés.