El cuerpo masculino recibe los beneficios del yoga

Se recomienda asistir a los encuentros sin medias y con ropa cómoda para ejecutar todos los movimientos con facilidad y libertad. Foto: EL COMERCIO

Se recomienda asistir a los encuentros sin medias y con ropa cómoda para ejecutar todos los movimientos con facilidad y libertad. Foto: EL COMERCIO

Se recomienda asistir a los encuentros sin medias y con ropa cómoda para ejecutar todos los movimientos con facilidad y libertad. Foto: EL COMERCIO

Después de cumplir con una jornada laboral, un día cualquiera entre semana, un grupo de hombres de diferentes edades se desprende de sus trajes y aparece en una sala con una vestimenta más cómoda. La mayoría luce un calentador y camiseta, que les permite realizar una infinidad de posturas en la clase de yoga. Sí, como lo leyó, en una clase de yoga.

Sin ningún tipo de recelo o reparo, ellos, descalzos, se paran de cabeza, adoptan la posición de la cobra y muchas otras más. Por citar un número, Margarita Orellana, de Dharma Yoga Estudio, asegura que hay más de 82 000 asanas, como se conoce a las posturas que unen el ­cuerpo con la mente.

Muchos de esos participantes suman meses de práctica. Dejaron de lado el mito de que solo las mujeres se involucran y se sumergieron en una disciplina que sana, cuida y fortalece la mente y cuerpo, a través de una infinidad de posturas, de la respiración y de la meditación; y que en un inicio fue practicada únicamente por hombres.

El mito de que solo las damas practican yoga en Ecuador surgió, según Orellana, porque esta disciplina fue masificada dentro de los gimnasios. “A las pesas iban los hombres, y las mujeres, al piso de arriba, a practicar yoga”. Ella, incluso, dictó clases en esos centros de acondicionamiento físico.

Después de sumar varias horas de práctica, esos hombres se muestran fuertes y están en la capacidad de soportar una clase de 60 minutos o más. La mayoría de ellos trabaja con la guía de Orellana y otros; con la guía de un profesor, pues a algunos aún les cuesta seguir indicaciones de una profesora.

Uno de los practicantes que muestra destrezas y fuerza es Lanz (camiseta blanca). Él, precisamente, fue el que se paró de cabeza y mantuvo sus pies elevados por cerca de un minuto.
También realizó con precisión la posición de la cobra y la asana típica de esta disciplina, que consiste en doblar las piernas, cruzarlas y unir y estirar los brazos hacia arriba, junto con la columna.

Ese grado de elasticidad y de fuerza lo ganó con la práctica del yoga. Pues además de mejorar el nivel de concentración, esa disciplina los ayuda a definir los músculos de su cuerpo y ganar flexibilidad.

A nivel mental permite derribar obstáculos que muchas veces los hace sentirse enfermos, sin ánimo… En varios casos, los cura hasta de dolencias musculares. “Hay posturas que los hace llorar”, cuenta Orellana.

La profesora de yoga recuerda que algunos de sus alumnos también lograron bajar de peso. “Tuve alumnos que practicaban yoga sobre una silla, no podían acostarse, peor arrodillarse... Con el tiempo perdieron peso y lograron trabajar junto con el resto de personas”.

Por los beneficios que ofrece esta disciplina, que se originó en la India, cada vez son más los hombres que se registran en las clases o talleres de yoga. Y los hay de todas las edades, señala Johanna Sevilla, de Renacer Centro Holístico, pues la práctica de este ejercicio no tiene ninguna contraindicación.

Ella añade que las asanas contribuyen a la construcción de la masa ósea, a la conservación de huesos sanos y fuertes, que ayudan a equilibrar el sistema hormonal… Su lista de beneficios es extensa, por eso sugiere su práctica a niños, madres embarazadas y adultos mayores.

El contenido de las clases son iguales para hombres y mujeres. No varían dependiendo del género ni la edad. Lo único que cambia es la intensidad entre principiantes y avanzados. Para facilitar el proceso de aprendizaje, la práctica del yoga está dividida en etapas y niveles.

Las personas que sufren de dolencias en las rodillas o en la espalda realizan posturas más sencillas, que no afectan a las zonas debilitadas.

Orellana recomienda asistir a las clases dos veces por semana, aunque aclara que con una cita es suficiente para sentir los beneficios del yoga. Eso sí, pide constancia a sus alumnos para ejecutar las asanas que requieren de mayor destreza. A algunos les toma días y a otros meses ejecutarlas.

Para pararse de cabeza, por ejemplo, se requiere de fuerza en el abdomen y zona lumbar, y aquello se logra con una práctica constante de la disciplina.

Cada día aumenta el número de varones que se suman a prácticas. La definición y tonificación de la musculatura se consigue desde las asanas.

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