300 especialistas del hospital de niños Roberto Gilbert se transformaron en los personajes favoritos de los niños. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO
Darth Vader dejó el lado oscuro y caminó por los pasillos luminosos, rumbo al área de Emergencia. Sin temor, Mercedes Martínez lo tomó de su capa negra y lo guío hasta la sala donde su hija Kenya se recuperaba.
Había ingresado en la mañana por una transfusión de sangre. Una anemia congénita bajó sus plaquetas, al punto de debilitarla y palidecer su rostro. Pero cuando el malvado de la Guerra de las Galaxias entró al cuarto, todo cambió. “Que la fuerza te acompañe”, le dijo. Esa frase bastó para que ella se levantara de la cama y hasta olvide que estaba conectada a un suero.
Este 1 de junio del 2017 no fue un día cualquiera en el hospital de niños Roberto Gilbert, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Los cuentos de hadas, los filmes de ciencia ficción y las sagas de superhéroes cobraron vida en los laboratorios, en las habitaciones, en los consultorios, en las oficinas…
Médicos, enfermeras, terapistas, guardias, secretarias, voluntarios, personal de limpieza… Todos cambiaron sus uniformes de rutina por destellantes y alucinantes disfraces para festejar el Día del Niño. También entregaron caramelos, globos, pintaron rostros y repartieron dibujos y crayones para entretener a los pequeños.
“En este día los niños se olvidan de sus enfermedades. Todo el personal se organiza para dar una sorpresa especial a cada paciente”, contó Teresa Falconí, jefa del departamento de Desarrollo Humano del pediátrico. Ella, por ejemplo, personificó a Maléfica y no paró de tomarse fotos con los pequeños que la miraban, asombrados.
Evelyn Guerra perdió la cuenta de todos personajes que la pequeña Valeria identificó al paso. Una y otra vez, la niña de 3 años observaba las tomas del celular de su mamá, donde aparece junto a la Bella y la Bestia, los personajes de Star Wars, hadas y payasos. “Llegamos por una consulta de rutina y encontramos toda esta magia”, dijo la madre mientras aguardaba en la sala de Consulta Externa, por donde pasan unos 1 500 pacientes al día.
Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO
Sury, en cambio, olvidó que dentro de poco entrará a un quirófano. Su madre, Alicia Sevillano, también dejó a un lado el nerviosismo por la cirugía que aliviará a la pequeña de 5 años de una hernia abdominal. “Vinimos por los últimos exámenes antes de la operación. Y ella ya lleva más de cinco horas pintando”, relató.
Desde el año pasado, los departamentos de Comunicación y Desarrollo Humano decidieron cambiar el ambiente hospitalario por un día. Este jueves las guirnaldas coparon los techos, los ascensores se transformaron en carpas de circos y las burbujas flotaban en el aire.
“Si la gente comprendiera la maravilla que es la alegría habría menos enfermos”, dijo José Fernando Gómez Rosales, pediatra e inspector de este complejo hospitalario, quien se unió a la celebración.
Existen estudios internacionales que evidencian cómo actividades de este tipo son parte efectiva en los tratamientos. La risa, por ejemplo, eleva el sistema inmunitario y alivia males, como lo han demostrado los payasos de hospital.
Un disfraz tiene un efecto similar. “Pensé que iban a llorar al ver el maquillaje. Pero lo primero que hicieron fue pedirme fotos”, contó la gastroenteróloga Alexandra Salvador. Ella usó una peluca rojiza, se pintó los labios con escarcha y el rostro con polvo blanco para representar a la Reina de Corazones, de Alicia en el País de las Maravillas. Ella fue parte de los 300 especialistas que se transformaron en los personajes favoritos de los niños.
La Unidad de Sistemas del hospital se alejó por unos minutos de las computadoras para sacar a los superhéroes que llevan dentro.
Thor (que en el fondo es Vicente Jaramillo) entregó su inseparable martillo a todos quienes se le acercaban a pedirle una foto. “Para nosotros es desestresante y ellos se divierten. No pensamos que tendríamos tanta acogida”, dijo junto a su equipo, integrado por el Power Ranger azul (Jessy Baque); el Capitán América (Jhonny Rodríguez) y el Soldado del Invierno (Harold Yela).
La magia se incluyó a las recetas médicas. Algunos pequeños, como Victoria, ni siquiera percibieron todo el ajetreo a su alrededor, pero sin duda recibieron esa buena energía que repartían los médicos en cada sala.
“Llegamos en la madrugada. Sufrió una intoxicación pero ya está mejorando”, contó María de los Ángeles Noboa, su mamá. Alrededor de la camilla, Harry Potter y sus amigos de Gryffindor apuntaron con sus varitas a la bebé de 2 años. “Haremos un hechizo para que se recupere pronto”.