Corea del Sur atrae al ecuatoriano a través del K-Pop
El grupo de Guayaquil, KBNC, tiene 5 años juntos. Ensayarán más para ir a Corea. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los kpopers ecuatorianos lo disfrutan, lo corean y lo bailan: “I wanna know, know, know, know”, inicia Josabet Carchi. Y 2 000 jóvenes y adultos completan con: “What is love?”, más movimientos como el de la coreografía de Twice. Son las únicas frases en español, el resto es coreano en 03:43.
El sábado, la Embajada de Corea del Sur en Ecuador organizó, por cuarto año consecutivo, el Festival de K-Pop, en el país. Hubo 14 grupos de baile y cuatro de canto, en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura.
En el lugar se juntaron los seguidores de ese estilo musical, que mezcla géneros como la electrónica, rock, hip hop, reggae. Llegaron incluso de Guayaquil, acompañados por padres y abuelos. Varios se encargaron de filmar todo.
La periodista Josabet Carchi fue la presentadora del evento, en el que ganaron KBNC, de Guayaquil, y Vendetta, de Quito. Se autodenominó kpoper o una más de los fanáticos del Korean Popular Music (K-Pop).
Ella hablaba en el ‘lenguaje’ de los asistentes. A los grupos les pedía hacer su mejor “eguio”, es decir, mostrarse ‘cute’, monos. El público la entendía. A gritos le respondió “Boys over flower”, cuando preguntó cuál era su K-drama o serie de TV favorita (la k la pronuncian en inglés ‘kei’).
Liliana Cortés, de 34 años, acudió con una réplica en cartón de su ‘idol’ (así, con la palabra en inglés se refieren a sus ídolos). Se trata de Kim Hyun Joong, cantante, modelo y actor. Fundó Henecia en Ecuador. Se trata del ‘fandom’ o club de fans del artista coreano en el país.
Liliana descubrió el K-Pop hace nueve años. Trabaja en la promoción musical del artista local Jorge Luis del Hierro. Pero su corazón está con Kim Hyun Joong.
Por eso invirtió USD 700 para asistir a su concierto en Bolivia. Estaba tan nerviosa de poder estrecharle la mano que se pasó de largo sin percatarse, que el hombre, de 1,81 metros, se alejaba.
Conmocionada lloró tanto que él se dio la vuelta, la abrazó y la calmó. Era la primera vez -le comentó- que veía a una seguidora ecuatoriana; le gustaría visitar Galápagos. Su sueño es viajar a Corea, a 30 horas promedio en vuelo con escalas. Allá no hay robos, le han dicho.
Sus tesoros, comprados en Internet, así como los de otros kpopers como Alejandro Jarrín, de 19 años, se exhibieron en el hall del Teatro. Los discos están en USD 20, en promedio, por esa vía. En el país cuestan cinco veces más, relatan. Hay ediciones especiales a USD 80.
Jarrín, con una parte de cabello pintado de lila, “ama” a Girls’ Generation. Sueña con una maestría en Corea, en donde viven 300 ecuatorianos, según su embajador en el país, Young Keun Lee. Acá hay 700 coreanos, antes sumaban 2 500.
En unos 90 países se hicieron festivales parecidos, para enviar a sus representantes a la competencia mundial en Corea, el 5 de octubre.
El Embajador dijo no poder cuantificar cuánto mueve el K-Pop en el mundo. Pero apuntó que BTS, grupo de esa ola cultural surcoreana, estuvo en el top de la Billboard. Y que como ganancias anuales ha recibido millones de dólares.
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