La Plaza Indoamérica da luz a la tradición

Los chorros de colores son atracción.    En la renovada pileta se colocó un sistema de juego de luces y chorros de agua de gran impacto visual que mejoran el entorno.

Los chorros de colores son atracción. En la renovada pileta se colocó un sistema de juego de luces y chorros de agua de gran impacto visual que mejoran el entorno.

Quien no ha pasado al menos una vez en su vida por la Plaza Indoamérica no puede llamarse residente de la capital.

¿Por qué? Porque este tradicional sitio quiteño tiene el mismo rango que otros remates arquitectónicos icónicos como la Plaza Grande, la Plaza del Teatro, el estadio Olímpico Atahualpa o la Mama Cuchara.

Si a esto se adiciona el hecho de que forma parte de la universidad estatal más grande del país, se supone que está sujeta a un intenso trajín de circulación.

Este tránsito persistente hizo que varios elementos de esta estructura urbana inaugurada en 1961 se deterioraran mucho.

Así se encontraba a inicios del 2010, cuando el rector de la Universidad Central, Dr. Édgar Samaniego, propuso su rehabilitación integral, que fue bien acogida por el alcalde Augusto Barrera y el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).

El ex Fonsal empezó su tarea con la contratación de una consultoría con el Arq. Roberto Noboa, para que realice los estudios de rehabilitación arquitectónica integral, tanto de la edificación de la Administración General, como de la Plaza Indoamérica, incluida la pileta y las efigies de los héroes indígenas más representativos de América. Estos bustos fueron donados por sus respectivos países.

Las esculturas con sus respectivas placas fueron colocadas dentro del predio universitario, para protegerlas de actos vandálicos y personas desaprensivas.

Estos trabajos, explica la directora ejecutiva del IMP, Arq. Margarita Romo, incluyeron, entre los siguientes trabajos:

La recuperación de la pileta. Esto incluyó el cambio de las baldosas de cerámica que conforman el fondo y las paredes de la misma. También se renovó la pila. Esta ahora incluye juegos de agua e iluminación decorativa. Estos chorros de luces de colores cambiaron la tipología de la zona y la volvieron más atractiva y alegre para la vista nocturna.

El proyecto, además, fortalece la edificación principal de la universidad, permitiéndola ser vista en su verdadera magnitud y solvencia arquitectónica.

Este edificio es uno de los trabajos más recordados del arquitecto uruguayo Gatto Sobral, quien también fue uno de los fundadores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. Central (FAU).

Los trabajos también se extendieron a las caminerías exteriores y aledañas a la plaza, que fueron readoquinadas con esmero; a las jardineras que conforman el conjunto; y a los pilares que sostienen las famosas estatuas.

Las obras se iniciaron el 20 de abril del 2011y terminaron, legalmente, el 13 de este mes.

En ese plazo de ocho meses laboraron de forma permanente 80 obreros de la construcción y 10 técnicos. La inversión total de la Alcaldía fue de USD 1 367 685,60.

Desde el martes pasado, oficialmente, la plaza recuperó su magnitud y su trascendencia, en beneficio de los quiteños.

Una historia ilustre

El 24 de mayo de  1961 se colocó la primera escultura en la plaza. Esta  correspondió a la del héroe  Rumiñahui. El 12 de octubre de 1974 se instaló la última, que recuerda al cacique   Hathuey de Cuba.

Según Eduardo  Martínez, la  iniciativa para   construir el complejo partió del entonces Presidente de la Unión Nacional de Periodistas,  Enrique Garcés,  en 1959. Garcés recibió el apoyo del alcalde  Dr.  Carlos Andrade Marín; y el rector de la U Dr.  Alfredo Pérez Guerrero.

La plaza se  mantuvo con el diseño de un redondel urbano, hasta finales de siglo XX, cuando por necesidades de planificación urbana, el Municipio reubicó las efigies y rediseñó   la pileta.

Suplementos digitales