Oscar Niemeyer, el maestro de la curva, ya es inmortal

El Congreso Nacional en Brasilia, una de las obras del arquitecto Oscar Niemeyer

El Congreso Nacional en Brasilia, una de las obras del arquitecto Oscar Niemeyer

El arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, el creador de Brasilia y de decenas de obras en el mundo, falleció el miércoles a los 104 años de edad en un hospital de Río de Janeiro.

Niemeyer fue uno de los grandes arquitectos de la historia: logró incorporar a la cultura pop mundial el concepto de arquitectura, como ejecutor del modernismo, el uso de vidrios y concreto, mezclados con curvas que marcaron el futurismo cuando promediaba el siglo XX.

Entre sus obras más nombradas está el diseño de la primera capital planificada de América Latina, Brasilia, el sambódromo de Río de Janeiro, la editora Mondadori de Italia, la sede del Partido Comunista Francés, el Parque Ibirapuera y el edificio Copan de Sao Paulo, el Lago da Papuda de Belo Horizonte, entre otras.

Su primer gran logro fue haber participado con el franco-suizo Le Corbusier de la comisión que definiría la sede del Palacio de Vidrio, que en 1952 se inauguró como la sede de la ONU.

Una de sus últimas actividades fue haber lanzado la revista Outros Caminhos, donde reflexionaba sobre la actualidad y le daba posibilidades a artistas y arquitectos de las nuevas generaciones.

Niemeyer no paraba de hacer bocetos: es así que surgieron los edificios modernistas que espantaban a los arquitectos conservadores de la época.

Fue así que en 1941 inició su carrera junto con otro coloso de la arquitectura, Lucio Costa, que llamó la atención del entonces alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek.

En la capital de Minas Gerais produjo el conjunto de la Pampulha, con una iglesia modernista y despojada de las tradiciones que hoy es símbolo de admiración.

En el medio, fue un activista del Partido Comunista Brasileño.

Cuando Kubitschek llegó a la Presidencia, decidió penetrar el interior de Brasil y abandonar la capital de Río de Janeiro por una meseta árida en el centro del país, Brasilia. Lucio Costa y Niemeyer armaron la ciudad en forma de avión. En el lugar de la cabina, tres obras monumentales: El Palacio del Planalto (Presidencia) , el Congreso con dos cámaras en forma de platos y el Superior Tribunal Federal.

Brasilia, inaugurada en 1960, ganó de los trazos de Niemeyer uno de los edificios más simples y a la vez inspiradores del mundo: la catedral, con una forma parecida a un ananá o piña.

Con el golpe militar de 1964, Niemeyer es obligado a exiliarse. En París abrió en 1966 un estudio de arquitectura.

Desde allí proyectó la sede del Partido Comunista de Francia, la editorial Mondadori en Italia, el Centro Cultural Le Havre de la capital francesa y otras obras en Argelia y Portugal.

En 1988 ganó el Premio Pritzker, el Oscar de la Arquitectura.

El mismo año diseñó una de sus obras más admiradas de la actualidad: el Memorial de América Latina en Sao Paulo.

Luego se dedicó a grandes obras como el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, Río de Janeiro, el Museo Oscar Niemeyer de Curitiba y el Auditorio Ibirapuera, un teatro en forma de triángulo con una estructura circular y una lengua de fuego en su entrada.

En América Latina una de sus últimas obras fue el Puerto La Música en Rosario, Argentina, en 2008.

Trabajador fecundo e incansable, Niemeyer es un artista cuya imaginación ha derrotado el paso del tiempo. El 15 de este mes hubiera cumplido 105 años.

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