Hasta esta semana, la Administración Zonal del valle de Los Chillos era la hermana pobre del Distrito Metropolitano del Municipio de Quito.
Desde su creación, en 1997, anduvo como judío errante, ocupando varios locales arrendados. Esta circunstancia significó para las arcas municipales un egreso de cerca de USD 700 000.
Pero eso fue hasta ayer. Hoy, la Administración de Los Chillos tiene una sede propia. Y no estrena un edificio cualquiera, sino uno de tres plantas distribuidas en 3 259 m² y en el que se conjugan -armoniosamente- una arquitectura de vanguardia, la tecnología más avanzada y un entorno incomparable, lleno de árboles y plantas nativas.
Esta moderna estructura de acero y vidrio fue diseñada por el arq. Wilmer Rebelo y puesto en escena por un grupo de profesionales del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), coordinado técnicamente por la Arq. Ruth Aguirre.
El nuevo edificio está emplazado en medio de una gran área verde contigua a la patrimonial hacienda de San José de Conocoto (recién rehabilitada también por el IMP), entre las avenidas Gribaldo Miño e Ilaló.
El determinante principal del diseño arquitectónico, explica Aguirre, fue integrar la edificación con el entorno y, a la vez, dar una imagen de transparencia a la ciudadanía.
La integración es tal, afirma Aguirre, que hasta las caminerías y otros elementos como las jardineras, siguieron los trazados de los árboles existentes, eucaliptos y especies propias de la zona.
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