Los tonos blanco mate y café oscuro priman en el diseño minimalista del restaurante Mochika, ubicado en la Galería Sonesta Shops, en el norte de Guayaquil. Las paredes sirven de lienzo para nombrar calles características o espacios turísticos de Ecuador y Perú.
Martín Dorador, director de imagen del restaurante, expresó que el diseño responde a una fusión de las culturas de ambos países. Aunque se enfocaron, especialmente, en Lima y Guayaquil. “Coincide que la persona limeña hace muy buena química con la guayaquileña”, expresó sentado en un mueble empotrado a una de las paredes del local.
Allí se leen puntos de ambos países en varias tipografías. Por el lado del Puerto Principal resaltan: Las Peñas, Esmeraldas Chiquito, Las Monjas, Barrio Centenario, Estero Salado… Por el de la Ciudad de los Reyes constan: avenida Arequipa, la Costa Verde, Jockey Plaza, Pachacamac, Jirón de la Unión, Luque y Plaza…
El tercer color en la decoración es el rojo. “Por la sangre peruana”, enfatiza el limeño Dorador. Ese tono está presente, especialmente en el mobiliario de Mochika. En el centro del restaurante hay un espacio con butacones de cuero. Los muebles alternan cueros de color rojo y blanco; como franjas de la bandera peruana.
Frente al conjunto de salitas, está el bar. La fórmula de los nombres de ambos países se repite sobre un vidrio que cubre la parte inferior del mesón de granito oscuro. En el fondo resaltan las botellas con líquidos de colores distintos sobre repisas de vidrio. Una de las bebidas que ofrece a sus clientes es el pisco peruano.
El concepto decorativo empotra a Perú dentro de la urbe porteña. Desde su nombre, Mochika refleja sus raíces peruanas. La razón social rememora la cultura precolombina que se extendió a lo largo de la costa norte del Perú, entre los años 100 y 700.
Sobre el bar están en fila unas lámparas tubulares rojas que penden de un hilo. El foco encendido trae una degradación a naranja y amarillo en el centro de ellas. Una lámina transparente recubre el rojo.
La iluminación artificial se mezcla con la luz que ingresa por el ventanal de vidrio que da a la avenida Constitución. En la pared frente al bar, destacan dos lámparas alas de mariposas. Dos planchas transparentes absorben la luz que sale de dos pequeños reflectores debajo de ellos.
Para adecuar el sitio, los trabajos duraron un mes y la inversión fue de USD 200 000. El menú de Mochika ofrece platos, que al igual que sus paredes, mezcla los sabores de las dos tierras.