el maestro que da otra vida al nogal

Las maderas de cedro y nogal son ideales para el tallado. Estos tablones permiten ejecutar, con relativa facilidad, las figuras trazadas. Así lo reconoce el tallador Santiago Auquilla.

Este ebanista de 63 años, de origen cuencano, es estricto en el momento de realizar una obra. Su labor se acopla al gusto del cliente. Durante sus 30 años de profesión ha logrado realizar trabajos que se exhiben en espacios públicos.

En su taller, ubicado en su casa, tiene bien distribuidos los espacios para ejecutar sus obras. Además, ha logrado adquirir maquinaria a base de mucho esfuerzo.

Entre sus tareas más cotidianas se pueden anotar el tallado de atrios, de urnas para el cáliz (sagrarios), de marcos para cuadros religiosos, entre otros. Los muebles con formas curvadas también son otra de sus especialidades y adornan salas, comedores, camas, recibidores…

Las tallas de Auquilla se exhiben en ciudades como Manta, Quito, Cuenca, Machala, Riobamba... y en varios cantones de la provincia de Loja.

Su vasto conocimiento ha hecho que sea selectivo al momento de adquirir la materia prima. Trabaja con madera de nogal que fue cosechada hace más de 20 años. Actualmente le restan unos 200 tablones, como para unos cuatro años de trabajo.

Entre más seca esté la madera mejor será el trabajo, recomienda el profesional. Por ejemplo, el nogal tarda en secarse seis años luego de su cosecha. Mientras que el cedro tan solo uno. “Al invertir en madera como el nogal es un dinero amortizado. Y a veces los clientes no entienden por qué los costos se elevan”.

Auquilla explica que las tablas de nogal son más fáciles pulirlas. Además, su superficie es menos porosa, lo que agilita la labor.

Destaca, asimismo, otras bondades de esta madera. Una de ellas es su color: un café chocolate natural que da realce y elegancia. “Cuando construyo un mueble con nogal el tallado es más perfecto y original”.

Según cuenta este maestro de las gubias, desciende de una familia de talladores, pues u padre fue escultor tallador, pero falleció cuando tenía 14 años. Por esas circunstancias adversas de la vida y porque tuvo que ayudar con la crianza de sus hermanos, su primer trabajo fue de albañil.

Llegó a la ciudad de Loja a los 17 años. Sin embargo, empezó a tallar en serio recién a los 30 años. “No me fue difícil adaptarme. Sentía que esta profesión la llevaba en la sangre”.

Sus primeros maestros fueron lojanos. Recuerda a Jorge Palacios. Él le permitió laborar en su taller y perfeccionar su talento. No le fue difícil acoplarse.

“Tallar es transmitir lo que se tiene en la mente. Las manos se vuelven ágiles para realizar las formas, claro está cuando se tiene una buena madera”.

Auquilla tiene cuatro hijos (un varón y tres mujeres). Con orgullo afirma que su hijo, Patricio, heredó su talento y, aunque es arquitecto, se especializó como ebanista y tallador. Actualmente reside en Cuenca.

Pero el maestro Santiago no es solamente ebanista. Cuando un cliente solicita sus servicios se convierte en un sólido diseñador de interiores.

Sin ningún egoísmo comparte sus conocimientos con sus operarios. Efraín Fajardo fue uno de ellos; se tituló con su guía y ya montó su propio taller.

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